Tenía la sensación física del vómito
al escuchar el audio de una jueza que resume el estado de situación del Poder
Judicial y del Ministerio Público del Estado Plurinacional de Bolivia. La farra
descontrolada, el lenguaje de la peor cantina, la desvergüenza para dictar
sentencias amañadas, la intromisión del poder político; la clase emergente o,
mejor dicho, la escoria, que controla nuestra cotidianeidad.
Sentía coraje a nombre de tantos
colegiales que están obligados a atender las estupideces del vicepresidente
Álvaro García Linera. Lo peor no es su incapacidad para multiplicar 3x9, sino
su actitud. ¿Cómo admite el Ministerio de Educación esta prepotencia? ¿Por qué
hace campaña con la juventud ante el silencio cómplice del Tribunal Electoral?
Hace poco, el mismo personaje
anunciaba soberbio que el MAS abrirá más caminos secundarios para que los
vehículos chutos puedan transitarlos. Es decir, para que lo ilegal que corre en
zonas cocaleras tenga más comodidad. Son sus “instrumentos de trabajo”,
discurseaba demagógico. ¿Por qué cumplir las reglas de la aduana? ¿Por qué pagar
impuestos? Ese es asunto para los ingenuos.
Mientras, el Presidente Evo Morales
declaró el 11 de julio en Caranavi: “Cuando vengo acá, yo pensé que eran
cocales. Había sido cafés. (…) Me ha sorprendido. De verdad estamos abriendo
por primera vez la exportación de algunos productos como la quinua y el café”.
Dice que el gobierno va a regalar unos millones para renovar las plantas. ¿Ignora
que desde hace décadas hay productores y empresarios bolivianos que con gran
esfuerzo mantienen café de alta calidad en los Yungas? ¿Ignora que hay café
boliviano de exportación premiado en concursos internacionales?
A momentos, las noticias que genera
el poder central refuerzan el pesimismo que se extiende por la nación. Lo
importante es que ellos no son la Patria; ni Bolivia termina en el palacio del
rey Midas, ni en el festejo del cumpleaños del fiscal Ramiro Guerrero, ni en
las borracheras de los militares.
Aún existe la Bolivia profunda llena
de buenas noticias. Por ejemplo, el Festival Internacional de Afrodescendiente
que reunió a representantes de Bolivia, Perú, Ecuador, Cuba, Senegal. Música,
baile, gastronomía, películas en diferentes escenarios: Santa Cruz de la
Sierra, La Paz, Coroico, Chijchipa. El liderazgo del activo yungueño Jorge
Medina, la logística del Centro Afroboliviano para el Desarrollo Integral y
Comunitario, CADIC; el apoyo de gobiernos municipales, del Centro Cultural de
España.
Los vimos compartir en la plaza de
Coroico, llena de colores y de hermandad. Mientras sonaban tambores de todos
los continentes, degustábamos el café de don Mauro. El famoso MyM que recibió
hace años asesoramiento de Agroyungas y de técnicos colombianos para aprovechar
las bondades del dulce café paceño. Él es un boliviano que desecha el camino
fácil de los cocales y opta por un producto alternativo y de alta calidad. Ahí
está, además, la cooperativa de mujeres ayudadas por CARITAS para tostar café de
altura, la tacita que marca la diferencia.
En cada lugar de la patria, hay
alguien y hay algo que nos alivia del desastre.