viernes, 12 de diciembre de 2025

LA AGENDA POSTERGADA

 

 

            La voz del Fiscal Departamental de Chuquisaca Mauricio Morales Nava suena aislada. Él intenta llamar la atención sobre la cantidad de suicidios de jóvenes que se dan en Sucre y en todo el país. Los últimos son hombres de 26 años, casualmente. Uno se ahorcó en su cuarto por no poder enfrentar las alucinaciones que sufría. Otro se colgó de un árbol porque le confirmaron tuberculosis. Un tercero se hizo explotar dinamita en Potosí por causas todavía desconocidas.

            Esas muertes se suman a otro medio centenar de suicidios en Chuquisaca en una población relativamente pequeña. La alarma motivó la conformación de una Mesa interinstitucional para enfrentar este luto colectivo.

            Hace un año, Familia Segura de UNICEF Bolivia informó que atendió desde 2020 casi 1.500 casos de pensamiento suicida y 293 intentos de suicidios, de los cuales muchos eran menores de 18 años. Esta oficina de apoyo psicoemocional también publicó que salvó del suicidio a 343 niñas.

            Según su boletín, Bolivia tiene la tercera tasa más alta del MUNDO en suicidios de niñas y niños entre los CINCO y los CATORCE AÑOS y esa es la cuarta causa de mortalidad en adolescentes de 15 a 19 años. Bolivia tiene la quinta tasa de suicidios más alta de Latinoamérica, según reportó la Organización Mundial de lafamilia Salud (OMS) en 2019.

            Más allá de las estadísticas, en los últimos meses escuchamos noticias o conocimos tristes anuncios de familias por la pérdida del hijo que no soportó el sufrimiento, el desafío de seguir vivo, o no pudo enfrentar una situación de intensidad emocional. Bolivianos entre 15 -19 años, entre 26-28 años, cerca de 40 años. Edades emblemáticas; cuando se tienen que asumir cambios: al terminar el colegio; al buscar el primer trabajo o en la década en la cual las personas (los hombres) examinan qué pasó con sus expectativas juveniles.

            Un suicidio afectó hace poco a un colegio público de mi barrio. Un joven estaba ilusionado por terminar el año para pasar al bachillerato. Sin embargo, la profesora de química le insistía en que no era capaz de tener buenas notas en su materia hasta proponerle que ni siquiera asista a sus clases porque era un esfuerzo inútil. No es extraño que los docentes de matemáticas, física, química y educación física puedan ser los peores fantasmas en la estabilidad de los escolares.

            El muchacho no soportó la idea de fracasar, de ser aplazado. Se quitó la vida para dolor de su madre y horror de sus compañeros. Bloqueos y quejas de los padres de familia lograron algunos cambios administrativos, pero sin modificar una actitud de maestros que agrede la autoestima de los niños.

            Aunque también se conocen ejemplos opuestos, de padres de familia/alumnos que agreden a los maestros, el desprecio de un adulto a un menor puede ser fatídico para el desarrollo de un adolescente.

            Entre los asuntos que fueron expuestos en la Junta de Padres de Familia estaba uno que parece absurdo, pero que se da en muchos colegios urbanos y rurales: el uso de los baños. En general esa es la infraestructura ausente o mal utilizada en todo el país. Un mal endémico en todo el territorio.

            No hay aseos dignos en casi ningún establecimiento escolar público, ni siquiera en las universidades. En los escasos colegios donde hay baños para hombres y para mujeres los profesores o los bedeles cierran los servicios. Escuché en el altiplano “porque los niños no saben usarlos”. En la urbe: “porque se aprovechan para salir de clases”. Los chicos y los jóvenes están obligados a “aguantarse” o a ir a un rincón para evacuar sus urgencias.

            Este detalle se convierte en un trauma en las muchachas en los períodos de menstruación. UNICEF desarrolló hace años un estudio en poblaciones tropicales donde el sangrado puede convertirse en una vergüenza en vez de un orgullo de la pubertad.

            La falta de cuidado de sí, de autoestima, de desarrollo normal de las necesidades fisiológicas, de amor a lo que entra y a lo que sale del cuerpo incide en la ausencia de amor propio. Uno de los pocos programas que insistió en proteger a las mujeres desde la infancia fue el alentado por Maricruz Rivera: “Yo, mi primer amor”.

            ¿Por qué tantos niños y jóvenes bolivianos no se aprecian a sí mismos? ¿Por qué las chicas expresan intención de quitarse la vida? ¿Hasta cuándo una sociedad pueda soportar las estadísticas de suicidios juveniles, de feminicidios y la creciente ola de infanticidios cometidos por menores de 20 años? Criaturas que aparecen devoradas por perros en basurales o callejones.

            Un entorno familiar sin cariño, violento, padres agresivos sumado a profesores que ofenden en vez de acompañar el desarrollo del estudiante provocan chicos que pasan al retraimiento social, a problemas de aprendizaje y a la muerte.

            Sin embargo, ni candidatos ni autoridades se ocupan de la agenda de la infancia, de la adolescencia, de los bolivianos que todavía no votan. Es otra agenda postergada.

viernes, 5 de diciembre de 2025

CORRUPCIÓN Y DERECHOS HUMANOS

 

            Es la víspera de la conmemoración de dos fechas de profundo significado para la búsqueda de mejores días para los seres humanos: el 9 de diciembre se celebra el Día Internacional de Lucha contra la Corrupción y el 10 de diciembre se celebra el Día Internacional de los Derechos Humanos.

            La primera fecha fue aprobada por la Asamblea de Naciones Unidas después de la firma de la Convención de Naciones Unidas contra la Corrupción (CNUCC) en diciembre de 2003, la cual entró en vigor en 2005. Bolivia asistió a los debates con un equipo solvente de diplomáticos y de técnicos. El Congreso, conformado entonces por una mayoría de parlamentarios liberales, ratificó el instrumento, así como había firmado en 1997 la Convención Interamericana contra la Corrupción (CICC), la primera a nivel hemisférico.

            América Latina alentó la normativa para la prevención, detección y lucha contra la corrupción porque ese agujero negro -en gran parte herencia de las dictaduras militares- se había convertido en la principal causa del fracaso de los planes de desarrollo. Algunos casos extremos como en Perú y en Ecuador alentaron a ambos a convocar a una convención específica.

            La CICC desarrolló, además, rondas complementarias para implementar algunas medidas de prevención: el Acceso a la Información Pública como derecho ciudadano; la difusión de los contratos y pagos en todos los niveles del estado; la Declaración Jurada de Bienes y Rentas antes, durante y después de ejercer cualquier cargo público y otras.

            La implementación de las dos convenciones en Bolivia tuvo avances y profundos retrocesos desde 2005 porque su coordinación estuvo a cargo de personajes insolventes, ignorantes y altamente politizados. Se archivó el Estatuto del Funcionario Público que firmó Jorge Quiroga para alentar la meritocracia, cuando la vicepresidencia se ocupaba de mejorar la administración pública y fomentar la independencia de la Contraloría.

            La corrupción tiene dos puntas: alguien/es desde el Estado y un particular o una empresa privada. Los dueños de empresas, casi siempre de las inventadas a último momento para participar en una licitación, suelen quedar en la impunidad.

            La hermana siamesa de la corrupción es la violación de los Derechos Humanos. En muchas normas ambas se complementan. El Estado es el perpetrador, según exponen cada uno de los artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos firmada el 10 de diciembre de 1948, como resultado de la Segunda Guerra Mundial.

            Un gobierno que implementa la Constitución y respeta las leyes difícilmente es un gobierno que persigue a quienes piensan diferente, a los periodistas, a los sindicalistas, a los escritores. Al contrario, los gobiernos/estados más transparentes gozan de amplia libertad de prensa, elecciones confiables, separación de poderes, Estado de Derecho.

            En cambio, los regímenes que encarcelan a los opositores, que asesinan a líderes sociales, que clausuran periódicos, que alientan guerras y conflictos suelen mantenerse porque corrompen su entorno y conviven con mafias y el crimen organizado.

            Existen muchos ejemplos en el globo. Entre los peores está la Rusia de Vladimir Putin. Aunque muchos historiadores miran a su gobierno como el último esfuerzo de una nación envejecida que se cae a pedazos, el costo es inmenso.

            La invasión a Ucrania afectó a todos, aunque el poco cerebral Rogelio Mayta nunca se dio cuenta de ello. Gran parte de la crisis económica mundial está relacionada con esa acción bélica, así como el aumento del armamentismo y el gasto en defensa, que desvía los antiguos fondos destinados a la cooperación.

            Los jóvenes soldados, el pueblo y las madres ucranianos no sólo defienden la integridad de su territorio, su soberanía y su dignidad, sino a toda la humanidad. La caída de Ucrania puede ser el final del mundo que conocimos las generaciones nacidas después de 1948.

            En el otro extremo, Estados Unidos dejó de ser una referencia de respeto a los Derechos Humanos, como se autodefinía. La administración de Donald Trump ha desencadenado las furias contrarias al pensamiento de quienes alentaron el entendimiento entre los hombres como León Tolstoi, Stefan Zweig, Hermann Hesse, Romain Rolland, Mohandas Gandhi. El abrazo de Konrad Adenauer y Robert Schuman y los otros líderes europeos en 1951 está cercado.

            Cada día que pasa, Putin y Trump, Trump y Putin dan un paso más al estropicio, al enfrentamiento, al enriquecimiento de grupos de poder. Distraen los esfuerzos de gobiernos que desean solucionar los otros dramas actuales como el deterioro del planeta.

            El panorama no es más alentador en el subcontinente y en el Caribe. El rotundo fracaso de la izquierda como administradora es menos decepcionante que su rotundo fracaso en el respeto a los Derechos Humanos, que antes reclamaba. Ni es reserva de la Humanidad, ni Hombre Nuevo, ni decoro personal. El 2025 será recordado como el final de un ciclo que enterró las utopías ingenuas.