Tu
nombre, Ascanio Arosemena Chávez, me quedó grabado para siempre, aunque era una
niña cuando la bala de un gringo cortó tus 20 años recién cumplidos. Ni me
olvido de tu rostro mulato, tu azabache cabello crespo; la sonrisa tierna en
esa foto con el uniforme del Instituto Nacional; el esfuerzo marcado en tu
rostro cuando cargabas a un herido, quizá tu última mirada retratada para la
inmortalidad.
Fuiste
el primero en caer en la “Gesta Heroica” del 9 de enero de 1964 cuando los
jóvenes panameños decidieron izar la bandera de las dos estrellas en la Zona
del Canal: “Un solo territorio, una sola bandera”.
Aunque entonces
ya estudiabas en una escuela profesional, fue en el Instituto secundario donde aprendiste
que el barrio enmallado, prohibido para los panameños, era parte de tu patria.
Participaste activamente en las organizaciones culturales, humanitarias y
deportivas. Fuiste voluntario en la Cruz Roja Juvenil.
Como
muchos istmeños acumulaste bronca al aprender las lecciones de historia. El
presidente de Estados Unidos Teodoro Roosevelt había asegurado en 1903 que él
había tomado la reciente república, desprendida de Colombia por una serie de
asuntos internos, disputas entre conservadores y liberales y la intervención de
Washington. “I took Panamá” se convirtió en el resumen del imperio pisoteando a
América Latina y el Caribe. Su principal objetivo era apoderarse del ambicioso
proyecto de un canal que uniría el Atlántico con el Pacífico para potenciar el
comercio mundial y el control militar.
El Canal
de Suez en África era una flamante muestra de lo que se podía conseguir uniendo
corrientes de agua; su constructor, el diplomático francés Fernando de Lessep
había fracasado en Panamá por varios motivos. Uno de los más importantes fue la
mortandad de los trabajadores por la fiebre amarilla y la malaria. Ese fue uno
de los primeros contactos de tu patria con mi patria Bolivia pues los médicos
itinerantes Kallawaya de Charazani fueron contratados para usar la quinina y
otras plantas, una apasionante historia de la sabiduría colla. Llegaron a
Portobello, por donde tantos buques repletos de la plata potosina habían
transitado.
Estados
Unidos concluyó la construcción superando los obstáculos naturales y técnicos y
se apoderó de su administración creando, además, una zona desde Colón a la
capital donde regían sus normas. Los reclamos panameños contra esa imposición
fueron permanentes, algunos más contundentes que otros, pero aislados.
La
mañana del 9 de enero de 1964 cambió la historia. Un grupo de estudiantes trepó
la valla para bajar la bandera estadounidense enclavada en la Zona e izar la
bandera de la doble estrella azul y roja. En las semanas previas se habían
acumulado una serie de incidentes contra los llamados “zonian”, los más
racistas entre todos los habitantes del lugar. La fotografía queda en la
retina. Muchachos venciendo aquel símbolo del imperio con su enseña en alto,
segundos antes de ser asesinados.
Recuerdo
muy bien la indignación de la población, ricos y pobres, chombos y rabiblancos,
descendientes de españoles, sefarditas, libaneses, chinos y coreanos.
Multitudes marchando al mismo punto que separaba la capital panameña del
enclave colonial. Más disparos, más muertos, más heridos. Una gesta formidable
que debería ser enseñada en todo el continente.
Tú,
Ascanio ayudabas a recoger a los heridos hasta caer asesinado. Fuiste el
primero en morir. Seguramente sin imaginar que el “Día de los Mártires” abriría
el cauce profundo para la recuperación de la soberanía panameña en todo su
territorio.
El
sacrificio de los 22 manifestantes y 500 heridos no fue en vano. Poco después,
los miembros nacionalistas de la Guardia Nacional tomaron la posta. El General
Omar Torrijos Herrera trazó desde su primer gobierno una hoja de ruta para
recuperar el canal y la zona del canal para los panameños.
Estableció
relaciones diplomáticas con los países árabes, con las nuevas repúblicas
africanas y visitó América Latina, aún a los dictadores, para convencerlos que
la causa panameña era justa. Tuvo, como otros políticos y diplomáticos
panameños, especial cariño por Bolivia y su pérdida de acceso al mar. Por ello,
Panamá fue país aliado de Bolivia en diversas conferencias internacionales
donde se trató el tema marítimo, como en octubre de 1979 en La Paz.
La
estrategia de Torrijos fue ganar votos en todos los foros mundiales. Difundió
la situación inaceptable para el siglo XX de un enclave imperial en el corazón
del continente. Dio asilo al Sha de Irán, como también a los guerrilleros
sandinistas, a los salvadoreños, a los exiliados del M-19, a Jaime Paz Zamora.
Su amplia visión le permitió arrinconar al principal poder del mundo.
En
alguna ocasión aseguró que si Washington no devolvía el Canal por las vías
diplomáticas estaba dispuesto a hacer volar las esclusas que unen los dos
mares.
Fue una
larga negociación hasta la firma de los Tratados de 1977, suscritos por Omar
Torrijos presidente de Panamá y James Carter, presidente de Estados Unidos para
la devolución paulatina de la administración del Canal hasta la medianoche del
31 de diciembre de 1999.
Un
ejemplo que Bolivia pudo seguir con su reclamo centenario. Dudo que cancilleres
como David Choquehuanca, Rogelio Mayta o Celina Sossa estudien cómo sucesivos
gobiernos panameños lograron posicionar su reclamo en el centro de las
deliberaciones mundiales.
En
vísperas del nuevo cambio del mandato en la Casa Blanca, medio siglo después de
tu muerte, Donald Trump amenaza otra vez a la soberanía de Panamá. Reclama por
la presencia de empresas chinas, como si el Palacio de las Garzas tuviese que
pedirle permiso.
Los
yanquis usaron muchos argumentos para boicotear la devolución de la Zona del
Canal. Uno de los principales fue que los panameños, de naturaleza alegre y
amable, serían incapaces de administrar un complejo escenario. Los resultados,
inclusive con la amenaza de la sequía, mostraron que eran más capaces que los
gringos. El instituto de capacitación de los funcionarios del Canal lleva tu
nombre, Ascanio Arosemena.
Tu país,
tiene los mejores indicadores de Desarrollo Humano del subcontinente y del
Caribe y las ganancias millonarias del Canal han ayudado a sacarlo del Tercer
Mundo.
Panamá,
recordado Mártir, es mi segunda patria. Ahí reside desde hace décadas parte de
mi familia paterna. Pude disfrutar su hospitalidad en muchísimas ocasiones,
incluyendo los brazos abiertos para recibir a los exiliados y la protección al
binomio madre niño.
La
amenaza de Trump es parte de sus delirios. Toda la América morena ha
protestado. Sin embargo, hay que estar alertas. El halcón quiere robar nidos
ajenos.