viernes, 25 de octubre de 2024

LOS IMPRESCINDIBLES II

 

            En el siglo XX hubo hombres y mujeres y colectividades que nacieron en Bolivia que lograron impactar en la región y en el resto del mundo. Personas que tuvieron un amor profundo por su patria, por su bandera, y las defendieron en distintas circunstancias, a pesar de que esa patria siempre fue una hembra esquiva y desagradecida.

Simón Patiño (Santibáñez 1860-1947) es el boliviano más famoso de la historia nacional y uno de los menos comprendidos porque leyendas maliciosas nublaron su figura. Vivió en distintos lugares del país, en Nueva York, París, Buenos Aires, pero nunca olvidó su natal Cochabamba y su patria Bolivia. Su trabajo principal lo desarrolló en las minas de Oruro y de Potosí. Aprendió en Huanchaca, la firma de Aniceto Arce, la compleja organización de una empresa minera que exporta a los principales mercados internacionales. Conoció la visión de los Aramayo de Chichas para aprovechar la tecnología y la capacidad de profesionales extranjeros.

Con esa experiencia y una gran visión del negocio fue el principal empresario minero de la historia boliviana y uno de los hombres más ricos de su época. No logró realizar su sueño de integrar al país con trenes y carreteras y sembrar los excedentes mineros en empresas agroindustriales en Pairumani, en el Chapare y en los Cintis. Patiño nacionalizó con su dinero minas que estaban en manos chilenas. Ayudó al estado durante la Guerra del Chaco. Creó la Fundación Patiño para aprovechar los mejores recursos humanos nacionales. Fue un hombre leal con su país, con su familia, con su esposa Albina. Murió en Argentina.

Las biografías de una gran mayoría de dueños de minas grandes, medianas y pequeñas son una muestra de la capacidad del boliviano de crear empresas con empleos formales, aportar al estado y relacionarse con el mundo ofertando una producción legal.

Jaime Mendoza Gonzáles (Sucre 1874-1939) es el humanista que ejerció la medicina en las minas, la selva, las barriadas; que defendió a los pobres como diputado; que ejerció el periodismo, la poesía, la novela realista. Su obra “En las tierras de Potosí” es el mejor retrato de los trabajadores mineros en el apogeo de la explotación estañífera. Contribuyó como cirujano en la Guerra del Acre, en el norte amazónico y, como senador, buscó salidas pacíficas al conflicto en el Chaco, al sur. Fue amigo de Gabriel René Moreno y como él entregó su vida para trazar una hoja de ruta para la patria, tanto ética como física (“El Macizo boliviano”, la Diagonal Mendoza).

Su hijo, Gunnar (Uncía 1914-1994) fue el imprescindible director del Archivo Nacional y Biblioteca de Bolivia, fundados sobre la base del trabajo del ilustre cruceño. Su nombre es el ejemplo del funcionario público que ejerce su puesto como un servicio. La nieta Matilde Cazasola Mendoza es la poetisa y cantautora que continuó la misma línea de entrañable amor por Bolivia.

Juan Mendoza y Nernuldes (Obrajes, Oruro 1893- 1976) fue un destacado alumno, deportista y trabajador desde sus ocho años. Fue un ejemplo de esos mecánicos bolivianos que tienen la capacidad de arreglar motores y de inventar herramientas sin tener cursos universitarios. Su biografía es una aventura desde su inicial ambición de ser piloto en 1910 hasta convertirse en el primer boliviano en tener brevete para la aviación.

Con su empeño consiguió que la aviación boliviana se desarrollara. Puso esas habilidades para ayudar en la Guerra del Chaco, como ejemplo de los muchos profesionales que combatieron en primera línea. Recibió decenas de medallas y reconocimientos. El aeropuerto de Oruro lleva su nombre, denominación defendida por su pueblo cuando Evo Morales pretendió ponerle el suyo en sus desmanes de grandeza.

Domitila Barrios de Chungara (Catavi 1937-2012) es una boliviana que destaca como persona y a la vez como representante de un colectivo, el más extraordinario de las mujeres bolivianas: las mineras. Trabajó desde niña como palliri y tuvo que hacerse cargo de cinco hermanos menores. Con otras esposas de obreros fue parte del legendario Comité de Amas de Casa de Siglo XX, perseguida, apresada, torturada, exiliada.

Aunque su biografía es la más conocida, aún queda la tarea de difundir la lucha de las mineras, su coraje. Sin las Domitilas faltaría la esencia de Bolivia, ese amor inmenso a la libertad y el ejercicio de la maternidad como primer compromiso.

Los trabajadores mineros y la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) fueron símbolo de valentía, de hospitalidad, de solidaridad, de fraternidad hasta el 2006. Existen muchísimos libros, tesis, debates sobre ello. Sin embargo, los datos históricos muestran que los gérmenes de los sindicatos y de las huelgas desde 1918, 1919, 1923, 1930, 1932, 1936, 1942 hasta la gran huelga de hambre de 1978 fueron protagonizadas en primera línea por las mujeres mineras.

Sin esos combates, Bolivia no hubiese abierto el cauce de la democracia amplia y horizontal que duró hasta el siglo XXI.

En el ámbito de la cultura se suman muchos nombres y colectividades de todo el país que han llevado la música, la danza, la poesía más allá de las fronteras. Entre todo ese aporte, destaca Gladys Moreno Cuéllar (Santa Cruz de la Sierra 1937- 2005), la mujer que con su extraordinaria voz unió las tierras bajas con las montañas, las playas benianas con los rumores del bosque, las huérfanas virginias con los carreteros.

Hay muchos periodistas que podrían representar el mejor rostro de Bolivia. Me quedo con Huáscar Cajías Kaufmann (Santa Cruz 1921-1986), sabio y honrado en todos los aspectos de su vida, que demostró que cuando una persona es decente, lo es cuando da cátedra, cuando escribe editoriales o cuando preside una corte electoral.

miércoles, 23 de octubre de 2024

EL ROSTRO POLÍTICO DEL CEMENTERIO DE BARCELONA

 

            Los cementerios son parte de los registros más sensibles de la historia de una comunidad. Los ritos funerarios acompañan a todas las culturas a lo largo del planeta. Enfrentar la muerte, intentar buscar sus significados. El dolor, el llanto, el desgarro. La pregunta.

            Los mitos más lejanos coinciden en relatar la creación y en complementarla con la partida, el adiós. La muerte define a los héroes. Las honras a sus cuerpos despojados del aliento vital elevan su memoria.

            Curiosamente, tanto en el sur como en el norte, en el este y en el oeste, noviembre es un mes relacionado con el recuerdo de los difuntos y el misterio del más allá. Innumerables cuentos de brujas y de aparecidos, de ángeles y de demonios, marcan su presencia, desde las vísperas el 31 de octubre hasta las octavas con las calaveras.

            Como viajera, una de mis visitas ineludibles es conocer el camposanto del lugar, generalmente en las afueras y muchas veces rodeado de arboledas y jardines. Silencio. Ahí continúan las divisiones sociales, desde los mausoleos con expresiones del arte escultórico hasta las tumbas sin nombre. Ahí están mujeres, hombres, niños, recién nacidos. Podría narrar decenas de experiencias.

            Para este 2 de noviembre, escojo el ejemplo espectacular del cementerio de Barcelona, España, que ocupa la ladera sur de la colina que domina el puerto, Montjuïc, la cual también alberga un palacio, un teatro, un museo, un estadio, villas y senderos. Los turistas suelen llenar los lugares más coloridos; en cambio, pocos llegan donde están los muertos.

            El Cementerio de Montjuïc fue inaugurado en 1883 como parte de las mejores para la Exposición Universal de 1888 que tuvo lugar en la pujante ciudad de Cataluña. Dispone de más de 150.000 sepulturas distribuidas en una superficie de 568.000 metros cuadrados.

            La administración es ordenada, limpia, plena de cipreses, álamos y jardines. Ofrece servicios como todos los modernos cementerios europeos. Existen paseos guiados, pero al mismo tiempo hay una clara señalética para encontrar los sitios más significativos, que ayudan a quien prefiere un recorrido personal y sin prisas.

Las tumbas más hermosas mantienen el estilo gótico que tanto retrata a la ciudad, desde el barrio del mimo trazo, con sus impresionantes figuras de ángeles y esqueletos. Aunque el rasgo más característico es el eclecticismo pues alberga también elementos neoclásicos, historicistas, modernistas, tal como son las famosas avenidas y casonas del centro barcelonés.

            Las lápidas informan dónde fue inhumado el más famoso pintor, Joan Miró, y otros destacados personajes como Ildefonso Cerdá, Lluis Domenech. En los epitafios leemos el lamento de un esposo, de unos hijos, de una madre. Aunque existe una capilla católica, hay espacio para otras religiones -como la judía- y otro donde se enterraban a los ateos, suicidas y muertos en duelo.

            Lo más conmovedor es recorrer las calles que suben hasta el lugar conocido como el “Fossar de la Pedrera” que fue utilizado para fusilar y enterrar en fosas comunes a unas 4.000 víctimas del franquismo. Durante la democracia, muchos de esos restos fueron sepultados en tumbas individuales y es posible encontrar lápidas con banderas rojinegras de anarquistas como Francisco Ascaso (1901-1936) dirigente obrero, Ángel Pestaña (1886-1937) y el famoso Salvador Puig Antich (1948-1974), un joven rebelde, uno de los últimos asesinados en la cárcel Modelo (donde también se puede realiza un recorrido turístico aterrador).

            Al caer la tarde, con un viento que me acompañó toda la solitaria visita, encontré también los sepulcros de Lluis Companys (1882-1940), el famoso presidente de la Generalidad de Cataluña en el duro periodo del enfrentamiento civil español (fusilado en el castillo de Montjuïc) y de su colega Francesc Macia (1841-1933). También está el nicho con Josep Lluis Facerías (1920-1957) guerrillero anarquista.

Destaca en el amplio campo destinado en el cementerio a la memoria de los héroes antifranquistas la tumba de Buenaventura Durruti (1896-1936), el destacado militante anarquista y antifascista, que murió en uno de los combates en Madrid. No le faltan los claveles rojos en la sencilla lápida que lo recuerda.

En el sector vecino están enterrados judíos víctimas también de la intolerancia y del fascismo.

Barcelona, como no podía ser de otra manera, recuerda a quienes simbolizan su esencia cultural y también sus luchas políticas y libertarias.

 

FOTOS

1 Dos ángeles custodian un mausoleo representativo de las familias burguesas catalanas. (Cementerio 1)

2 Restos de José Fonrodona, el primer enterrado en el cementerio el 19 de marzo de 1883. Cementerio 2)

3 Paseos (calles) con nombres de santos y jardines embellecen el cementerio de Montjuïc. Cementerio 2)

4 La luz del atardecer acompaña la tumba del anarquista Buenaventura Durruti, muerto en el frente de Madrid el 20 de noviembre de 1936. Cementerio 3)

5 Diversas tumbas de anarquistas y de luchadores sociales sobresalen en el cementerio catalán Cementerio 3)

6 Estela con nombres de fusilados durante la Guerra Civil española (1936-1939) Cementerio 4)

7 Homenaje a los judíos asesinados en los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) Cementerio 4)

 

 

 


viernes, 18 de octubre de 2024

LOS IMPRESCINDIBLES (I)

 


            “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida; esos son los imprescindibles”, escribió el dramaturgo alemán Bertolt Brecht.

En Bolivia, en vísperas del Bicentenario de su independencia, hay un puñado de nombres que resumen esa calidad. Los imprescindibles, los que deberíamos conocer mejor, los que deberían llenar los estantes escolares y los titulares de suplementos mediáticos; los verdaderos héroes de la patria. Sin ellos, es difícil entender cómo este pedazo de tierra sobrevivió independiente durante estos doscientos años.

Antonio José Francisco de Sucre y Alcalá (Cumaná, 1795-1830), estratega y militar venezolano, organizó la administración pública desde las cenizas dejadas por 16 años de guerra civil. Intentó crear un ejército digno; una policía interna capacitada; ministerios eficientes y poco burocráticos; un sistema educativo para alfabetizar a todos hasta 1830; y un sistema electoral escalonado desde las parroquias hasta el último rincón. En su honor, la capital de Bolivia se llama Sucre. Salió de Bolivia herido por un complot y murió asesinado en Berruecos.

José Ballivián Segurola (La Paz, 1805-1852) nació en una familia aristocrática colonial. Comenzó su carrera militar en filas realistas hasta rebelarse junto a otros jóvenes, con los que ingresó a la guerrilla de José Miguel Lanza en Ayopaya en 1817. En 1825 se incorporó al ejército de Bolivia. Participó con las armas en una serie de disputas internas. Su victoria contra el invasor peruano Agustín Gamarra en la batalla de Ingavi consolidó la independencia de la república. Gobernó desde 1841 a 1847 retomando la obra organizadora del Mariscal Andrés de Santa Cruz, que a su vez siguió a la de Sucre. Fue el presidente que invitó a ingenieros europeos y a personal capacitado para modernizar Bolivia; su presidencia es una de las más fecundas del siglo XIX. Su visión abarcaba a la puna, la montaña, los valles, las llanuras, el trópico. Creó el departamento del Beni, una de cuyas provincias lleva su nombre. Las revueltas de la plebe lo obligaron a salir a Chile y luego a Brasil. Murió en Río de Janeiro.

Gabriel René Moreno del Rivero (Santa Cruz de la Sierra 1834-1908) fue un historiador, bibliógrafo, crítico literario y educador que conocía profundamente varias regiones del país. Junto a los principales pensadores latinoamericanos brilló en todo el continente. A él le debe Bolivia el interés por preservar la memoria. Trabajó en la Biblioteca del Instituto Nacional de Santiago de Chile, donde comenzó a preparar catálogos bibliográficos, fichas, comentarios, ensayos, monografías. Él rescató la documentación de la Audiencia de Charcas y de los primeros años republicanos que explican de dónde y cómo surgió Bolivia. ¡Hay que leerlo! Retrató como pocos los complejos nacionales. Enfrentó calumnias, pese a todos sus esfuerzos para representar y defender a Bolivia. Murió en soledad en Valparaíso, Chile.

Aniceto Arce Ruiz de Mendoza (Tarija 1824-1906) fue abogado, empresario minero, vicepresidente y presidente de Bolivia. Hijo de un matrimonio de recursos modestos, fue un joven estudioso y llegó a dirigir el famoso Colegio Nacional Pichincha de Potosí. Poco a poco conoció el negocio minero. Organizó la compañía de Huanchaca, ejemplo de empresa moderna y escuela para futuros inversores. Igual que Ballivián, desde sus industrias y desde el Palacio de Gobierno, contrató a destacados ingenieros y a profesionales europeos a los cuales se les deben las piedras fundamentales de puentes, caminos, hidroeléctricas. Se preocupó expresamente por explorar el norte amazónico. Es un representante del político ilustrado. Participó activamente en la Constitución de 1880 que estuvo vigente 70 años y sentó el inicio de los regímenes constitucionales y de los partidos políticos. Murió en Sucre a los 82 años.

Antonio Vaca Diez (Trinidad 1849- 1897) fue el primer médico beniano, pionero en el interés por los microorganismos. Fue el médico de cabecera de Adolfo Ballivián, hijo de José y también presidente de Bolivia. Fue científico, explorador, periodista y escritor. También fue un político que combatió a las dictaduras. Como otros de los hombres que citamos acá fue un viajero, recorrió alejados rincones del país y de los países vecinos. Viajó por Europa. Vaca Diez es un boliviano imprescindible porque soñó con la industrialización de Bolivia, con su integración caminera y con vapores surcando sus ríos. Intentó traer una millonaria migración de mano de obra calificada. Su empresa gomera estaba entre las mejor organizadas, junto a la Casa Suárez. Tuvo una vida de película, intensa en todo sentido. Sus biógrafos destacan su personalidad para enfrentar los obstáculos de la selva y también de una sociedad temerosa. Una provincia lleva su apellido. Murió ahogado intentando abrir nuevas alternativas para la navegación.

Adela Zamudio Rivero (Cochabamba 1854-1928) era la única hija mujer de un matrimonio de clase alta. Su padre era ingeniero en la mina de Corocoro. Cursó pocos años de escuela, pero leía todo lo que podía y comenzó a escribir desde joven. Fue maestra, periodista y poetisa. En todos sus escritos protestaba por las condiciones de la mujer, discriminada por esa condición. Fue pionera de los reclamos feministas. Aunque enfrentó reacciones conservadoras, recibió homenajes en vida, incluyendo la corona que le entregó el propio presidente de la República en 1928.

El espacio no da para otras citas de hombres y mujeres bolivianos del nuevo siglo. Una nueva entrega resumirá esas otras vidas. Todos amaron profundamente este país, aunque este país no siempre correspondió a esa pasión.

 

viernes, 11 de octubre de 2024

SOMOS LO QUE SOMOS

 

            “¿Qué es Bolivia?”, preguntaron al libertador de cinco naciones Simón Bolívar. El caraqueño respondió: “Un amor desenfrenado por la Libertad”. Cierta o imaginada la anécdota, es, en todo caso, la mejor descripción de esta patria. Sin embargo, le faltó la frase complementaria: “jamás logrará consolidar ese amor”.

            Hace 42 años, después de años de resistencia a las dictaduras militares y de una activa participación de la Central Obrera Boliviana (COB), principalmente de las familias en los campamentos mineros, Bolivia inició una fase inédita para desarrollar la democracia.

            Las primeras elecciones con participación de todos los partidos políticos, sin presos políticos y sin exiliados, devolvió el poder a los antiguos caciques del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) en sus diferentes versiones. Las alianzas con expresiones de la izquierda democrática no se tradujeron en el bienestar de los trabajadores. Además, las groseras manos corruptas desilusionaron pronto a las masas.

            Siete años después del derrocamiento de Hugo Banzer y tres años después del 10 de octubre de 1982, el general ganaba las justas con su partido Acción Democrática Nacionalista. Aunque entonces no llegó a la presidencia, más tarde, Banzer fue un mandatario constitucional.

            ¿Dónde quedaban los luchadores sociales, los combatientes clandestinos, los sindicalistas, los campesinos?

            En 2005, la amplia victoria electoral de un migrante aimara, cocalero en el Chapare, junto con los movimientos sociales, parecía abrir un amplio horizonte para las centenarias demandas de los pueblos originarios y para los trabajadores. En pocos meses quedaron evidentes su entreguismo a poderes extranjeros, su autoritarismo, su burla a las reglas democráticas; su afán de venganza como hoja de ruta.

            Con el transcurrir de los años, fue mucho más angustioso comprobar que detrás de ese “socialismo Siglo XXI” estaban la transnacional del narcotráfico, grupos delincuenciales criminales y una amplísima red de corrupción. Estaba el huevo de la serpiente, incluyendo sus expresiones más sórdidas de inmoralidad.

            Los bolivianos salieron a las calles, una vez más, para expresar su amor por la Libertad, para acorralar a quien y quienes habían burlado un referéndum constitucional y habían organizado sucesivamente elecciones amañadas y opacas. Un formidable movimiento ciudadano ocupó avenidas, poblaciones, carreteras como nunca en la historia porque cubrió del sur al norte, de la puna a la selva, con un abanico inédito de actores sociales.

            El tiranillo y sus huestes más cobardes huyeron o se escondieron en embajadas. La sucesión, como había ocurrido en 1979 y en 2003 y 2005, estaba prevista en la Constitución. Recayó en una mujer valiente, pero sin ninguna trayectoria en la resistencia civil. Apenas ocupó la silla presidencial se rodeó de personajes nefastos; algunos que no habían logrado ni el cuatro por ciento del apoyo electoral llegaron al poder. Más apurados que los salientes, los nuevos funcionarios en distintas reparticiones comenzaron a repartirse cargos y dineros públicos.

            Jamás ese gobierno reflejó el sacrificio de los 21 días de lucha cívica y pacífica.

            Bolivia sigue como un territorio que puede ser, pero nunca es. No cambia. Más desorden, más corrupción, más ignorancia. Grupos delincuenciales han avanzado en su capacidad de manejo público, al punto que han incendiado los bosques y han afectado para siempre el futuro nacional, pero seguirán impunes.

            La selección boliviana de fútbol es un resumen. A veces parece que puede mejorar, a veces enciende esperanzas, quizá, quizá, hasta que vuelve la nueva seguidilla de derrotas. Jamás volverá a ser campeón sudamericano. Jamás será campeón del mundo.

            Lo triste es que parecería que toda América Latina está marcada por un designio que no cambia, por mucho que se hable de revolución, de resistencia, de luchas diarias.

            México nació y vivió bajo el signo de la violencia. Hace un siglo, la biografía de Pancho Villa nos muestra cuán profunda puede ser la crueldad. Cada cuento de Juan Rulfo es un espejo. Manuel López Obrador se fue con gran popularidad en las encuestas y con 200 mil muertos en las espaldas y cincuenta mil desaparecidos. No pasaron ni dos horas de la posesión de la nueva presidenta, para contar alcaldes con cabezas cortadas, asesinatos políticos, enfrentamientos de carteles. ¿Acaso cambiará?

            Centroamérica se desangró en los años sesenta y setenta. Parecía que finalmente el destino cambiaría con las victorias del Frente Sandinista, con la llegada al poder del Frente Farabundo Martí, con las comisiones de paz y de lucha contra la corrupción en Guatemala. Miles de muertos y de desplazados para estar cada vez peor. La única esperanza es lograr cruzar el Río Grande.

            Durante dos décadas, gobiernos liberales colombianos se esforzaron por avanzar hacia un proceso de paz después de un siglo de guerras civiles y de delincuencia feroz. A pesar de los avances, que se pueden constatar en sus éxitos deportivos, el país sigue con altos índices de muertes violentas y de asesinatos de líderes sociales/ambientales. La llegada de la izquierda al Palacio de Nariño es una opereta bufa con varios capítulos.

            Venezuela, la patria de Bolívar, vivió más años bajo largas dictaduras desde el siglo pasado. La muerte por razones de salud fue la principal encargada de sacar a los dictadores del escenario. A pesar de la victoria arrolladora y esforzada de la oposición, Nicolás Maduro no se mueve. ¿Quién lo saca?

viernes, 4 de octubre de 2024

“¿CÓMO DIABLOS HEMOS LLEGADO A ESTO?”

 


            Hay bolivianos que todavía creen que la espiral de violencia alrededor de Gaza comenzó hace un año, el fatídico 7 de octubre de 2023; un opinador escribió, inclusive, que la cantidad de (41.000) palestinos asesinados no es verdadera porque las fuentes son del Ministerio de Salud del gobierno de Hamas.

            El libro de Nathan Thrall “Un día en la vida de Abed Salama. Anatomía de una tragedia en Jerusalén”, récords de ventas en sus múltiples traducciones mundiales, revela cómo la vida en los antiguos territorios palestinos es un infierno desde 1948. Este “Premio Pulitzer 2024” (Anagrama, Barcelona, 2024) es el relato de un accidente de tráfico en el cual muere una profesora y seis pequeños alumnos palestinos que iban de paseo y decenas quedan mal heridos.

            La crónica sigue los pasos de uno de los padres, Abed Salama, quien enfrentará toda la maraña burocrática del estado israelí, de la policía israelí y de los militares que custodian 24/7 el paso de palestinos en su propia ciudad, obligados a esperar horas por un permiso. Además, describe -incluso con planos- cómo los colonos judíos ocupan ilegalmente, cada vez con mayor violencia, espacios de familias palestinas o beduinas que vivían ahí por siglos.

            La crítica en varios medios de comunicación de Estados Unidos y de Europa destaca la destreza de Thrall de narrar los hechos desde una visión larga, remontándose a la niñez de Abed y de otros de sus parientes y de otras familias de los chiquitos que iban en el autobús. Así evidencia que lo que podría ser un accidente fatal y triste en otras partes del mundo, en Palestina ocupada es otro rostro de la muerte cotidiana que acecha a ese pueblo.

            La ambulancia que podía llegar en pocos minutos no se acerca, la policía tarda, los militares golpean a un voluntario palestino que ha tratado de sacar los cuerpos incinerados de las pequeñas víctimas. Los hechos ocurrieron hace doce años, después de las intifadas y mucho antes del 7 de octubre; podrían repetirse siempre.

Nathan Thrall es un periodista estadounidense, residente en Jerusalén por diez años. Publica artículos en periódicos exigentes como el New York Times y el londinense The Guardian. Mantiene una mirada detallada a lo que sucede en Medio Oriente en sus crónicas. Es también analista político y profesor sobre esa conflictiva región.

            Al seguir a Salama y a otras madres que buscan a sus hijos entre el hierro y entre los heridos, el escritor remite datos sobre las miserias humanas entre los palestinos, las disputas conyugales, las condenas de familias políticas contra las nueras, las envidias, las flojeras, los celos, las maldades. Nada de la naturaleza humana les es ajena. Hay corrupción entre sus dirigentes, mentiras, falsedades, fracasos, divisiones.

            Lo que diferencia a esos seres humanos es que viven (sobreviven) en un inmenso campo de concentración a cielo abierto, bajo la intimidación constante del estado judío. Algunos pueden caminar por sus propios barrios con cédula azul, otros tienen la verde, todos padecen el sistema del apartheid en el hogar de sus antepasados y pueden ser detenidos en cualquier momento y por cualquier motivo, por horas, días, años.

            En el Epílogo, Nathan cita el titular del video del periodista israelí Arik Weiss, quien no se centraba en el accidente sino en la consternación que le había producido los comentarios aparecidos en Facebook sobre el choque del bus. “Un niño árabe murió jajaja.” “Solo un autobús lleno de palestinos, no gran cosa.” “Una pena que no murieron más.” “Grandioso.” “Menos terroristas.” “Noticias dichosas para empezar la mañana.” “Mi día acaba de volverse dulceeee”.

            Arik comprobó que los comentarios eran de adolescentes o de preadolescentes que además no escondían su identidad. Eran también niños los que celebraban la muerte del pequeño Milad de seis años. “Esos niños palestinos podrían ser los atacantes terroristas del futuro no me vengan con esa mierda de que todo el mundo es un ser humano.” “Ellos son putas, no gente, y merecen morir.” El reportaje continúa con escenas terribles, dónde los niños israelíes aseguran sentirse dichosos por la muerte de los seis preescolares.

            Mientras la cámara hace un zoom en los comentarios de Facebook la voz de Arik comenta: “no importa si eres de izquierdas o de derechas. El hecho de que alguien celebre la muerte de otras personas debe hacer que nos detengamos un momento y nos preguntemos: ¿cómo diablos hemos llegado a esto?”

            Los padres de los niños estaban seguros de que también las autoridades israelíes querían que sus hijos muriesen.

            Como matan cada día a miles de niños y a sus madres en Gaza, en Cisjordania, en Beirut, en cualquier lugar del mundo. Los objetivos principales son refugios, escuelas, hospitales. El macartismo promovía la esterilización forzosa de las mujeres indígenas latinoamericanas para matar antes de que naciera el futuro pobre porque podía ser un futuro subversivo. (También Alberto Fujimori empleó el mismo argumento en la sierra peruana.)

            Deberíamos detenernos un momento y preguntarnos: ¿cómo diablos el sistema internacional de Naciones Unidas ha permitido que se llegue a este genocidio televisado? ¿Qué ha pasado que los sobrevivientes de los campos de concentración nazis no han sido capaces de mostrar a sus descendientes que el horror de la Segunda Guerra mundial no debería repetirse?

            Pero se repite. Y hay quienes todavía se vanaglorian de seguir matando.