Juan
Carlos Calvimontes Camargo (Sucre, 1964) es desde hace tres años el responsable
de implementar políticas para prevenir, enfrentar y/o solucionar situaciones de
emergencia en el territorio nacional. En teoría él debería conocer los métodos
desarrollados en la atención de desastres y tener capacidad de reacción rápida.
En
cambio, el viceministro de Defensa Civil del Ministerio de Defensa es una
persona que representa la tendencia del gobierno de nombrar a personas sin
preparación para ocupar funciones en la administración pública. La designación
de gente escasamente cultivada para las responsabilidades de determinado puesto
es otra de las herencias del Movimiento al Socialismo (MAS). Tendencia
contagiosa que se da en otros niveles del estado, como es el caso de la
alcaldía paceña.
El presidente Luis Arce Catacora y
el vicepresidente David Choquehuanca Céspedes demuestran una total incapacidad
para superar ese mar de ignorancia que los acompaña desde su primer día. Cada
designación revela que carecen de cuadros profesionales. Hay casos extremos
como la ministra de Cultura o la flamante canciller.
El Ministerio
de Defensa a cargo de Edmundo Novillo es un ejemplo patético. Novillo Aguilar
(Totora, 1963) fue un alcalde empeñado en sacar adelante a su pueblo, sobre
todo cuando le tocó enfrentar los estragos por el terremoto en Aiquile. Como
gobernador en 2010 no mantuvo esas cualidades. Como ministro demostró
deslealtad a Evo Morales y se rodeó de personal inadecuado.
Nombró
responsable del VIDECI a uno de los peores funcionarios del pasado gobierno. Personaje
que debe gozar de un sólido padrino porque es difícil entender por qué Juan
Carlos Calvimontes Camargo ejerce tanto poder desde hace 18 años.
Calvimontes se presenta como un
“médico progresista y humanista con profundo amor por la vida, la salud y la
ecología, defensor de los derechos humanos de los humildes”. Sin embargo,
ningún dato de su hoja de vida corrobra esta “trayectoria”.
En vez, Calvimontes ocupó
titulares cuando fue designado ministro de salud porque se supo que tardó 26
años en estudiar medicina. Tampoco probó dónde se desempeñó como médico ni
publicó los certificados que demuestran sus supuestos otros estudios
superiores. En esa ocasión, afirmamos que difícilmente una persona consciente
se haría examinar por un doctor con ese currículo. En cambio, se conoce que fue
dirigente estudiantil en Sucre, seguramente como parte de los dirigentes
abuelos.
En 2007 fue asesor de Yacimientos
Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB). ¿Asesor de qué? El derrumbe de la
principal empresa estatal comenzó con esas contrataciones. Recordemos a
Guillermo Aruquipa que sabía cargar garrafas, pero no administrar una
petrolera.
En 2008, Calvimontes fue asesor
en el Ministerio de Obras Públicas. También trabajó como director Ejecutivo del
Fondo de Solidaridad y Equidad en otra cartera del estado. Son todos espacios
donde se manejan recursos económicos y materiales.
En 2011, Calvimontes fue nombrado
director de Autonomías en el Ministerio de Autonomías, en una cartera clave
para implementar uno de los aspectos novedosos de la Constitución Política de
2009 y fundamental para desarrollar las relaciones modernas de las regiones con
el Estado. ¿Qué logró dejó?
En su última Declaración Jurada
asegura tener una renta de Bs. 262.730, equivalente a unos 38 mil dólares
americanos anuales. La Ley SAFCO y sus ocho sistemas prevén que el funcionario
público debe además demostrar gestión con resultados y ser evaluado regularmente.
En 2012, Morales lo nombró
ministro de Salud. En su gestión se alentó el decreto para obligar a los
médicos a trabajar ocho horas provocando las protestas masivas de los galenos
por la irracional medida. Aunque se presenta como defensor de derechos humanos,
Calvimontes convocó a conferencia de prensa para “denunciar” que el tribuno
Gualberto Cusi era seropositivo violando normas y códigos de ética
internacionales. Ante el rechazo de la opinión pública, el ministro se defendió
con el argumento que difundir que alguien está contagiado es “para proteger a
la población”.
A pesar del escándalo, en 2017,
Morales lo nombró presidente del Directorio de la Caja Petrolera y en 2018
ocupó otros puestos dentro del Ministerio de Salud. He buscado publicaciones,
disertaciones, aportes que justifiquen este recorrido en tantas y tan diversas
funciones públicas sin encontrar datos bibliográficos.
Este funcionario panqueque es
desde 2020 el que debería enfrentar los estragos de los pirómanos de su mismo
partido. En sus apariciones públicas se confirma que apenas tiene vocabulario
para hablar (seguramente porque no lee); desconoce el sector de defensa civil y
carece de experiencia en el manejo de riesgos. Difícil creer que ama los
bosques, la fauna y la flora. Sólo sirve la foto para la autopropaganda.