Es lamentable que una institución
concebida para la defensa del estado sea utilizada para intereses personales,
grupales y partidarios. Wilfredo Chávez confunde el rol de la Procuraduría
General del Estado con sus experiencias de tramitador, con su apego a un líder
(que tanto lo maltrató en el pasado) y con un partido político.
Su último afán es hostigar,
perseguir, procesar y -seguramente también- encarcelar a sacerdotes y obispos
bolivianos porque en 2019 reunieron a distintos actores políticos y sociales
para evitar la guerra civil en Bolivia. La política de ataque a la Iglesia
Católica es una constante de gobiernos autoritarios en América Latina, en
distintas épocas históricas.
En las últimas décadas, aquella
actitud que parecía ya superada, fue retomada con furia por los regímenes que
alientan el pensamiento único y controlado y que gobiernan actualmente en Cuba,
en Venezuela y particularmente en Nicaragua. Daniel Ortega y Rosario Murillo
atacaron desde el inicio de su tiranía a los religiosos que habían luchado
contra Anastasio Somoza, como el poeta Ernesto Cardenal.
El sandinismo después de 1979 tuvo
distintos momentos de relaciones tensas y estrechas con la jerarquía católica.
Es más, el Obispo Ovando, ayudó a Ortega en momentos complejos de su primer
mandato. Sin embargo, los sacerdotes, monjas y religiosas en su contacto
cotidiano con la población conocieron la miseria del pueblo nicaragüense y los
abusos del entorno palaciego de los Ortega Murillo.
Las denuncias crecieron en el último
lustro, especialmente durante las protestas populares. Varias iglesias
albergaron a jóvenes perseguidos, como es tradición desde el medioevo. Las
tropas sacaron a los perseguidos, mataron a decenas de muchachos y cercaron a
los párrocos que los llamaron “asesinos”.
Cada vez más, el régimen orteguista
endurece su persecución a la Iglesia Católica, encarcelando a curas y laicos.
En una fase de franca paranoia y esquizofrenia, Rosario Murillo -una Herodías
chabacana- sometió a obispos a prisión en condiciones similares al gulag
soviético.
Chávez va por ese camino, olvidando
todo el recorrido de miembros de la Iglesia Católica, de la Conferencia
Episcopal Boliviana en su conjunto y de instituciones de la iglesia boliviana
(además de cientos de católicos) para abrir el cauce democrático. Quiere
ignorar cuánto hizo la Iglesia en favor de los perseguidos y encarcelados; en
favor de los cocaleros reprimidos y en favor de los movimientos sociales.
Debería conocer que hasta la leyenda
del Chiru Chiru y la Virgen del Socavón de Oruro se basa en esa defensa que
hace la Iglesia de los perseguidos (aún de los ladrones), imitando el mensaje
de Cristo.
El mensaje de Chávez, como de otros
del gobierno actual, va más allá. Quieren asustar a los obispos, evitar futuras
mediaciones, evitar que amparen al perseguido, al ultrajado, al secuestrado, a
la mujer encarcelada.
Chávez se aplazó defendiendo al
Estado Plurinacional en tribunales internacionales. No tiene ningún trofeo que
mostrar, ni en ligas internas o ¿qué hace para frenar la captura del estado por
el narcotráfico? ¿Qué hace para controlar el uso ilegal y falso de cuentas
públicas en redes sociales?
La Reforma Judicial debe comenzar
tomando exámenes a todos los abogados que juren defender a una institución. Al
parecer, personas con muy escaso conocimiento y poca formación ocupan sitiales
que les quedan demasiado grandes.
Y después, sin ninguna vergüenza,
forman sus propios consorcios jurídicos para cobrar como privados lo que no
pudieron defender desde el estado