Antiguos funcionarios del Palacio de Gobierno comentaban cómo el peruano Walter Chávez ponía sus sudados pies sobre un escritorio del histórico edificio. Aunque ya muchos sospechaban de él como mercenario y traidor a entidades, incluso a los amigos que colectaron dinero para que se trate un cáncer en sus testículos, Chávez se sentía dueño del poder. Nadie lo ponía en su sitio, aunque ya era parte de su biografía su capacidad de armar guerras sucias, como antes inventaba nombres para difamar a escritores paceños.
Era el peor ejemplo, pero no el
único de una cantidad de extranjeros que coparon espacios de decisión en la
administración pública de Evo Morales- Álvaro García Linera, como jamás se
habían atrevido chilenos, ingleses o estadounidenses. El gobierno que se
definía como nacionalista y anticolonialista aceptó que se mancille la
soberanía patria.
El peronismo, desde sus inicios,
influyó en la política boliviana, pero ni en su momento más activo se atrevió a
cercar a Bolivia, distorsionando noticias y permitiendo conspiraciones. ¿Cuánto
cobrarán los Fernández por los favores? ¿Será otra hipoteca? ¿Otro maletín
chavista? En este nuevo estilo de Plan Cóndor, nada es gratis.
En el Ministerio de Relaciones
Exteriores, desde 2006, un “gringo” era el principal asesor del canciller. ¿Qué
intereses tenía? ¿Era un servidor público? Es también otra paradoja que fuesen
españoles los que pusieran y sacaran artículos, párrafos, comas y puntos en la
nueva Constitución Política del Estado, de principio a fin.
En el Ministerio de Comunicación, donde
cobraban personas ajenas a luchas sociales bolivianas, la injerencia alcanzó su
clímax contratando a seudo empresas como la mexicana Neorona, ligada a la vez
con políticos hispanos. Un gaucho recibió sumas millonarias para armar
documentales contra periodistas nacionales. Varios porteños se desplazaron por
radios y canales para crear programas de insultos y agresión contra dueños de
medios. ¿Ese es el “internacionalismo”?
La mayoría eran pobres “chantas” que
pretendían dar lecciones a los “bolitas” y salieron en estampida en noviembre
del 2019 en busca de otro país de ingenuos.
Más grave aún fue la sustitución de
policías y militares bolivianos, muy bien formados en inteligencia y
antiterrorismo, por agentes extranjeros. Desde la primera reunión del gabinete
de Evo Morales, también en hoteles o sedes sociales, la “avanzada” de caribeños
se encargaba de desarmar enchufes, cables y controlar cada movimiento.
Seguramente también grababan.
¿Cómo entender que las personas que gobernaban
Bolivia permitiesen que fuerzas extranjeras los controlen y sepan más de su
vida privada que sus propios parientes?
Hace poco, ante el bunker chavista
en Obrajes, exempleados bolivianos en la embajada venezolana se quejaban de
falta de pago, mientras esa representación poseía más de 10 vehículos y ¡dos
lanchas! ¿Por qué llegaban aviones caraqueños sin control de los responsables
bolivianos?
Algunos datos conocidos últimamente
señalan que pasaron por Bolivia más de sesenta mil chinos en los últimos años.
¿Por qué tantos? ¿Qué hacían? ¿Dónde estaban? ¿Por qué los masistas permitieron
esa masiva presencia con diferentes pretextos, mientras decenas de pobladores
locales buscaban empleo?
¿Cómo serán los próximos años? Las
elecciones bolivianas se jugaron sutilmente en un tablero ajeno a la nación,
aunque oculto. ¿Qué precio se pagará? ¿Quién ganará?