El proceso que inició la
Participación Popular desde abril de 1994 redibujó el imaginario del territorio
nacional, más allá de las leyes aplicables a un espacio geográfico determinado
como Estado y más allá del antiguo concepto de jurisdicción.
Aunque es larga la historia de cómo
se dio (o no se dio) la relación territorio-estado-nación en Bolivia, los
impulsos de incorporar a todas las fronteras a la realidad nacional tuvieron
momentos importantes entre fines del Siglo XIX e inicios del Siglo XX. Los
nuevos viajeros/exploradores europeos; las misiones enviadas desde La Paz para
ubicar habitantes y riquezas naturales; las aventuras y desventuras de
patriotas o de negociantes intentando recorrer la vastedad del país fueron
pasos centrales para mirar más allá de las ciudades del eje sur/norte.
El Movimiento Nacionalista
Revolucionario (MNR) intentó incorporar a la idea de patria a los confines más
alejados, alentado por los sucesos en el perdido Chaco. La aprobación del voto
universal fue más que una ilusión pues permitió que el boliviano de las orillas
más lejanas tenga al menos la oportunidad de dar su opinión.
Nuevamente, el MNR, junto a un
equipo multidisciplinario y dentro de la agenda internacional de la
descentralización, aprobó la Ley de Participación Popular que es la única
medida realmente revolucionaria en los últimos 25 años. Revolucionaria porque
entregó recursos a los municipios, de forma institucional, sin la obligación de
aplaudir al jefe o de entregar folletitos con su retrato. El poder local, el
poder real.
La idea de un territorio multi pluri
pasó de la leyenda al noticiero nocturno, a las reuniones en Palacio de
Gobierno, a los debates participativos, a la planificación anual o quinquenal
definida por los actores sociales, hombres, mujeres, ancianos, jóvenes.
Cada espacio del millón y poco de
kilómetros cuadrados que nos dejaron los militares después de perder todas las
guerras internacionales fue ocupado por la sociedad civil activa. En ese
escenario, los maestros, los salubristas y los periodistas fueron de los pocos
gremios con alcance total.
Escasos políticos aprovecharon esa
incorporación fantástica. Uno de ellos fue Evo Morales Ayma. Antes de viajar exclusivamente
en helicóptero o de ser candidato no constitucional, era el dirigente, el
diputado, el boliviano que recorría todo el país. Es una persona que conoce más
de 300 municipios, no sólo de visita, porque fue capaz de quedarse a dormir
donde fuese, comer el convite hospitalario, compartir con la gente.
Morales asistía también a las
reuniones de los productores, de las OECAs (organizaciones económicas
campesinas), a las asambleas sindicales. Ese conocimiento del país fue siempre
una ventaja muy grande sobre cualquier otro político porque lo acumuló en
muchos años. No creo que ningún otro lo supere.
Ese será un factor muy importante
para definir el voto rural. Los agrarios reciben visitas fugaces de candidatos
que ni conocen ni compartieron antes con ellos. Es muy difícil que esas
acciones aisladas cambien votos ya definidos.
El gobierno del Movimiento Al
Socialismo logró un alcance territorial que es y será su mayor herencia
histórica, aunque ni sus dirigentes ni sus medios se den cuenta de su valor.