El ordenamiento de las personas que
trabajan en las calles paceñas tiene un alcance estratégico para el desarrollo
de la ciudad, que grupos de los llamados “falsos pobres” y la visión de
economía ilegal masista no alcanzan a comprender. Alientan protestas y
presiones por razones políticas inmediatas, sin dimensionar cómo aquello afecta
al propio discurso del gobierno central y sus planes económicos y sociales.
El daño más visible es al turismo,
ítem que se presentó en informes anuales y ante la Asamblea Legislativa como
una de las salidas para ampliar la base ancha de los ingresos nacionales. Sin
embargo, desde las decisiones sobre las áreas protegidas, la ampliación de los
cocales, el aliento a bloqueos carreteros, las actividades que afectan el
transcurrir de una jornada laboral, el masimo se mete una bala en su propio vientre.
Los ambulantes, probablemente los
más ligados al gran comercio ilegal, se autobloquearon por cuatro semanas
porque seguramente sus ingresos económicos les permiten ese descanso. Las
personas con trabajos legales, la mayoría de los vecinos, no pueden darse ese
lujo. La zona más turística de La Paz se llenó de violencia.
La falta de aportes de quienes se
escudan como pobres porque sus puestos de comercio no tienen dirección
reconocida o porque acumulan puestos en los mercados, afecta igualmente a los
servicios de salud o de limpieza. Gozan beneficios costeados por los cada vez
menos asalariados o cuentapropistas registrados. La recuperación de Lima, de
Quito comenzó con sacar el comercio informal que ampara, además, la
inseguridad.
La oficialista Defensoría del Pueblo
a través de Teresa Zubieta (la misma persona involucrada en la toma de las
oficinas de Derechos Humanos) apoyó la protesta contra el Gobierno Municipal
porque “tienen derecho al trabajo”. Entonces, ¿por qué un conductor debe tener
licencia de conducir, o un abogado estar empadronado?
En las esquinas de los teleféricos
abundan los ilegales. Venden pan en la calle sin ningún carné, mientras al
frente una panadería debe lucir el control sanitario, el control del peso y del
precio y pagar salarios dentro de las normas establecidas. ¿Es ello justo? La venta
de carne en las aceras es imposible desde hace un siglo en países vecinos. ¿Son
carentes las carniceras de la Garita?
Hay al menos tres poblaciones
prósperas que impiden la venta callejera y concentran el comercio en el mercado
local: Yanacachi en La Paz, Santiago de Chiquitos en Santa Cruz, Villa Abecia
en Tarija… y los vecinos viven tranquilos.