Un pre candidato al Comité Cívico
Cruceño (que parece que ya no terciará para presidirlo) decía al iniciar el año
que la sociedad cruceña está amordazada y daba ejemplos para sustentar su
afirmación. Afirmación que motivó mi reflexión porque tiene asidero en la
realidad, la sociedad está acallada, la sociedad boliviana.
Llama la atención el silencio de
todos aquellos que luchaban por un proceso profundo de autonomías regionales
después de los tres lustros de municipalización desde la Ley de Participación
Popular (que implementó justamente un camba) y que proponían que la
descentralización administrativa era insuficiente. Eran grupos incluso
vociferantes, hace 18 años. Hablaron de una Agenda de Enero, pero, ¿qué opinan
ahora después de once años del proceso de cambio, de siete años de la
aprobación de la Constitución, de tres años de debates inconclusos sobre el
Pacto fiscal?
Ni una queja ante el nuevo gabinete
que es tan andino centralista como los asambleístas que crearon la República,
además de ser como en 1825 más abogados (doctorcitos) que industriales. ¿Dónde
quedaron los sectores progresistas de la Media Luna? No hay ningún beniano,
ningún pandino, pese a las dificultades de sus departamentos que al parecer
seguirán como el “hermosoooo futuroooo”.
No hay representantes de los
empresarios agrícolas que se supone son
el gremio más pujante del país. Parecen resignados a aguantar un régimen que
aprueba medidas pero no políticas de desarrollo sustentable y competitivo como
hace ya 20 años delinearon personajes como José Guillermo Justiniano.
Es más. Aguantan sin decir nada
cuando nombran como ministro del sector a un maestro de matemáticas que hace 10
años torturó y degolló perros en un acto cuasi vudú para que mueran
violentamente los prefectos del oriente y del norte de la patria. Él es más
condenado por los defensores de animales que por las víctimas simbolizadas.
Una persona que es rechazada en su
propio pueblo; él mismo admitía hace poco que lo conocen como alcalde mata
perros. ¿Qué hará para mejorar las producciones y exportaciones agrícolas
bolivianas?
No hay en el gabinete tampoco
aquellos cambas de más de 30 nacionalidades de tierras bajas que marcharon hace
treinta años y que lucharon durante décadas por una Asamblea Constituyente; ni
los afros. Sus organizaciones han sido ahogadas entre la persecución y el
billete. Las famosas mujeres del combate volvieron al anonimato.
Ese dato le faltó a la evaluación
presidencial. Igual que en 1826, los que batallaron en las bases están fuera
del poder político, económico y cultural.