En el último semestre, los
mandatarios, los ministros y los funcionarios de la granja plurinacional
orweliana han apretado el acelerador para lograr su meta psicótica: destrozar
los últimos restos que quedaban de la Bolivia democrática. La tarea comenzó tímidamente
desde el primer gobierno de Evo Morales, en 2006, hasta alcanzar el descontrol
del actual No Estado.
Se acumulan muchas malas noticias
que cubren desde el decoro y la moral, la cultura, la economía, la política.
Sin embargo, el mayor daño está en el cogobierno con grupos delincuenciales,
disfrazados de comunarios, interculturales, movimientos sociales.
Avasalladores, extorsionistas, violentos agresores de trabajadores, de
periodistas e incluso de policías y autoridades son amparados por el sistema
plurinacional.
Ellos cuentan con la omisión o con
la complicidad de autoridades departamentales, municipales, del Ministerio de
Gobierno, del Ministerio Público, de la Policía Nacional y de instituciones
como el INRA, el SERNAP, ministerios relacionados con el ordenamiento
territorial o con la producción.
Aunque parezca relato de novela
barata, en el No Estado presidido por Luis Arce Catacora y David Choquehuanca,
hay ministros -como el de Obras Públicas- que alientan o participan
directamente en grupos de choque. O un gobernador -como el de Potosí- que están
en primera fila en acciones violentas callejeras. O concejalas paceñas que se
alistan para impedir por la fuerza la marcha de los adversarios.
Los sucesos, ya cotidianos, de
asaltos a tierras productivas en el departamento de Santa Cruz con saldos de
heridos y muertos, el rol misterioso de EMAPA y sus compras a “dirigentes” que
se apoderan de cosechas ajenas, la repartija de propiedades como el caso
Ostreicher, alejan a los inversionistas legales.
¿O alguien cree que esas turbas que
no dejan que ni la hierba crezca y edifican de la noche a la mañana casuchas de
ladrillos y calaminas están interesadas en sembrar, mejorar cultivos, cuidar a
las plantas, distribuir alimentos?
El Viceministerio de Turismo se suma
al colapso. Dice en su presentación: “regulamos la actividad turística y
promocionamos la imagen del país, para incrementar el flujo de turistas y
brindarles servicios de calidad”. Dependiente del Ministerio de Desarrollo
Productivo y Economía Plural, presentó hace pocos meses una serie de
“herramientas para fortalecer el turismo en Bolivia”. Prometió reactivar al
sector duramente golpeado por los conflictos sociales y políticos de los
últimos años y por la pandemia.
Mentira, mentira, mentira.
El turista extranjero que se atreve
a desafiar las advertencias y llega al No Estado Plurinacional enfrenta mal
trato desde que pisa un aeropuerto o una terminal; los testimonios se repiten.
Uno reciente, una turista inglesa perdió su avión de conexión porque la funcionaria
de Migración en Viru Viru no podía ni teclear y tardaba preciosos minutos con
cada pasajero. “Diré a todos mis amigos que no vengan”, declaró en la sala de
espera. “No se dan cuenta que con cada ignorante como esta señorita pierden
miles de dólares”. Al salir, la responsable de Aduana le ordenaba sacar su
maleta y no entendía que ella solamente viajaba con una mochila. Su destino
final y fatal era: ¡Uyuni! ¿Cómo habrá pasado su vacación?
Personas que prefieren vivir del
trabajo ajeno, de la extorción, del chantaje, de la amenaza han logrado esta
semana apoderarse de casi cien mil dólares de los hoteleros en el más
importante destino turístico de Bolivia, el Salar de Uyuni. Para vergüenza del
resto de los bolivianos, las autoridades se negaron a cumplir con su deber o
declararon frases patéticas: “es un problema entre privados”.
Queda el precedente: o cedes ante el
delincuente o aceptas que te quemen tu propiedad. Los extorsionadores son
considerados como la contraparte de todo negocio.
No es un hecho aislado. Se da en
distintos lugares del territorio nacional. Hasta hace 20 años, en el trópico
cochabambino había iniciativas privadas para alentar el turismo interno, el
turismo de aventura, el turismo ecológico, los recorridos por los ríos. ¿Quién
se atreve ahora a invertir? ¡Qué familia irá por Año Nuevo a Villa Tunari?
Es parte del modelo: descuartizar
toda iniciativa privada, así represente al mejor gallo de la granja. (Aunque
hasta el comunismo cubano alentó el turismo de los capitalistas). No es sólo
una consigna tonta; la realidad nos alerta que nos espera el destino de
Venezuela y de Nicaragua. Solamente que para los bolitas ya no habrá sitio,
¿dónde podrán migrar?