César Dockweiler es el candidato a
la alcaldía de la sede de gobierno en las próximas elecciones subnacionales por
la sigla del Movimiento al Socialismo (MAS). Su participación no es prolija
pues apareció habilitado a pesar de no vivir en la ciudad en el último año como
manda la norma, dato que ensombrece al Tribunal Supremo Electoral y acrecienta
las sospechas sobre la imparcialidad del Tribunal Electoral de La Paz y sus vocales
vinculados a irregularidades el 2019.
Dockweiler se presenta como
perseguido político, aunque no existen causas contra él ni sufrió los cercos
que padecieron otros bolivianos estos años; por ejemplo, el general Gary Prado,
militar como Dockweiler, o Leopoldo Fernández. César acostumbra a moverse en
esa línea difusa entre la ficción y la realidad, lo legal y lo no legítimo.
El video que lo muestra falseando los
servicios en uno de los hospitales modelo en La Paz es una muestra de esa
tendencia. En 2015 figuraba en la Declaración Jurada de Bienes y Rentas como
militar activo, aunque era gerente de “Mi Teleférico”. Igual que ahora,
prometió una conferencia de prensa para aclarar esa irregularidad, algo que no
cumplió. Su blog “Mi historia” no presenta su vida sino a la empresa. Se le
deslizó el “error” de reproducir una poesía (“Valgo”) atribuida falsamente a
Borges, cuando es de N. Stair, que circuló como “fake” en las redes. Wikipedia
alerta sobre su página como “posible autopromoción”.
Él ocupó uno de los puestos más
altos de una de las empresas estatales más sofisticadas, aunque no tenía las
credenciales profesionales ni políticas. Al menos no difundió ideas sobre la
problemática indígena, el antiimperialismo, el modelo neoliberal. Tampoco tuvo
una presencia en las calles, en las barricadas. Su propia presentación en
internet confirma que tiene ambiciones individualistas. Por los datos
conocidos, Dockweiler llegó al Ministerio de Transportes y Obras Públicas por
amigos y socios.
La empresa que representó se originó
igualmente en el borde de lo ilegal. Como muchas otras grandes inversiones en
los 14 años del MAS no hubo licitación, ni siquiera otras invitaciones, como lo
revelaron en su momento diplomáticos europeos. En forma opaca apareció como
beneficiado el empresario Carlos Gil Ramírez, otra figura cuestionada. Las
obras civiles se entregaron a la empresa de Mauricio Etienne, completando las
triangulaciones típicas de los favorecidos por el MAS.
Dockweiler aprovechó el interinato
de Omar Rocha para conseguir que “Mi Teleférico” actúe como dueño de la ciudad,
afectando áreas verdes en la Avenida del Poeta o burlando a los vecinos de la
Avenida Busch, afectados por la línea blanca que pasa por las ventanas de sus
dormitorios y cocinas.
Él aprovechó las ventajas del
transporte por cable para reunirse con vecinos desde 2019 preparando su campaña
con muchas ofertas. Aunque aquella vez lo negaba, estaba listo para ser
candidato y tomar La Paz, lo que no ha podido nunca el MAS.
Preocupa que esta persona esté aliada
con los sectores de transportistas que atacaron permanentemente a los buses
municipales, logrando en octubre incendiar a 64 de los “Pumakataris”. Están con
él dirigentes de juntas de vecinos no elegidas democráticamente y cuya
violencia conocieron los ciudadanos en estos años.
Además, Dockweiler no dudará en
cambiar los símbolos cívicos de La Paz pues esa es la instrucción del partido.
Con un argumento como “es la frase de los colonialistas” o algo similar
reemplazará el escudo paceño por algún emblema inventado por “Neurona” o contratará
a Andrés Salari para lanzar algún video contra periodistas paceños.