La candidatura del binomio Evo
Morales- Álvaro García Linera me recuerda a Ben Jhonson, aquel famoso atleta
canadiense, de origen humilde, negro, que en su momento fue un astro.
Ambicioso, en vez de retirarse a tiempo, optó por seguir en carrera. Usó el
camino torcido, el doping. Aunque ganó luego fue obligado a devolver la medalla
y su récord de permanencia en la pista y de velocidad fue borrado para siempre.
La historia del deporte- patético
Diego Maradona dando positivo con cocaína- y la historia universal- Nerón, es
un caso- están plagadas de esos ejemplos de hombres que, atorados por el poder,
cambian su biografía positiva por una ilusión de gloria. Gloria que es sólo
espejismo, los pies, el cuerpo se hunden en el fango.
Pase lo que pase, Morales/García
están derrotados. Ya perdieron. Cuando alguien necesita usar doping para
habilitarse, el sendero chueco, es porque está decrépito.
Es tan vergonzosa la habilitación de
la propuesta del Movimiento al Socialismo que los titulares del Tribunal Supremo
Electoral se reunieron en secreto, de noche y en una casona alejada. La
temblorosa María Eugenia Choque no soportó una sólo pregunta, no podría
responderla, escondió el rostro bajo la manga. Salió corriendo de la sala.
Las fotos de aquella jornada nos
muestran a un grupo de funcionarios con la mirada baja, ninguno tiene la frente
en alto. Sus rostros dibujan un rictus tenso, fruncido. Más parece el registro
de un funeral que la fotografía de un organismo electoral compartiendo con la
población una importante noticia.
Un funeral con los bichos que
habilitan las tinieblas.
El Órgano Electoral está también
derrotado. Es difícil imaginar cómo se sienten en el día a día, cuando llegan
al hogar, a un local, a la oficina. ¿Podrán decir a futuro, “yo fui parte del
gran Tribunal que habilitó a Evo”?
¿Estarán orgullosos sus hijos, sus
amigos? El árbitro electoral, creado con
el voto universal en 1958, escribió un historial de altas, bajas y muy bajas
notas. En 1978 funcionó después de 18 años. La dictadura de Hugo Banzer preparó
el terreno para entregar la presidencia a su delfín, el General Juan Pereda. Un
enorme fraude fue preparado con cambios de papeletas, secuestros de urnas y
conteos amañados. Los vocales de la Corte Electoral no aceptaron aquello y
anularon los comicios.
Una Corte mediocre pero suficiente
administró las elecciones de 1979 y 1980. Entre 1984 y 1989 las cortes
empeoraron hasta que, en 1990, bajo se cambió a la “banda de los cuatro” por
los notables.
Desde 2009 la Corte ingresó a un
ambiente diferente con nueva ley y a la vez con nuevos actores, de funcionarios
se volvieron cortesanos. Wilma Velasco sintetiza esa tragedia, egocentrismo, cobardía,
falta de eficiencia, falta de eficacia y de transparencia.
Hubo esperanza en el profesionalismo
de algunos de los últimos vocales, pero aquello ya no es posible. El rol de
Antonio Costas como Caballo de Troya masista provoca un creciente malestar en
la población.
Es importante que el ciudadano cuide
su voto, el fraude se cocina lentamente, desde notarías, cortes
departamentales, vocales nacionales, sistemas informáticos.
Un primer dato, ¡en qué queda la
papeleta multicolor y multisigno?