domingo, 16 de abril de 2017

LAS CUENTAS CON VENEZUELA

            ¿Qué motiva al gobierno boliviano apoyar a su par venezolano sacrificando las relaciones con sus vecinos principales y también alejando a potenciales aliados en diferentes foros internacionales? ¿Es una razón ideológica amparada en el llamado socialismo del siglo XXI? ¿Es la necesidad de supervivencia frente a un tablero tambaleante? ¿O es el temor de que futuras autoridades en  Miraflores investiguen a fondo qué hizo Hugo Chávez con los fondos públicos?
             Incluso los datos oficiales de la deuda externa que tiene Bolivia con Venezuela son insuficientes. El 2006, Bolivia le debía 33 millones de dólares, cifra que en seis años subió en un 1.269%. El 2011, boletines institucionales, públicos y privados, aseguraron que La Paz debía más de 400 millones de dólares a Caracas, el 50 por ciento de la deuda externa bilateral; en esa gestión la deuda había crecido cerca de 100 millones, tanto a mediano y largo plazo. El país gobernado por Hugo Chávez era el mayor acreedor del país gobernado por Evo Morales.
            En los años subsiguientes, paralelamente a la decadencia de la economía venezolana y al estallido de la crisis social y política, esos montos declinaron y, según el Ministro Luis Arce, se concentraron en el comercio del diesel. China pasó a ser el país que más presta a Bolivia, igual que Brasil.
            Otros negocios entre ambas afiliadas al ALBA fracasaron como el intento boliviano de reemplazar mercados estadounidenses y europeos para manufacturas de alpaca, fracasos que dejaron en la calle a cientos de obreros textiles y quebraron cadenas productivas.
            De otros asuntos se conoce menos, como es el caso de los pagos que entregaba Chávez para el programa “Evo cumple, Bolivia cambia” inspirado en otros modelos clientelistas. Recién hace un lustro el desaparecido Movimiento sin Miedo (MSM) y posteriormente Unión Nacional y los Demócratas exigieron cuentas sobre esos pagos no registrados.
            Estudios de casos evidenciaron que las obras se entregan sin licitación y que algunas empresas (ejemplo pasto sintético) se benefician de ese desorden. Pese a los pedidos, la Contraloría del Estado informó que apenas auditaría seis proyectos “porque no tiene personal”. Es así que no existe redición de cuentas del despilfarro- muchas obras fracasaron- y no tenemos el dato duro para saber desde La Paz cuánto entregó Caracas.
            El otro tema es más oscuro, el financiamiento político desde el intento de crear un “movimiento bolivariano” hasta las campañas del MAS. El bunker de Obrajes tiene mucho que contar; curioso antes siempre lleno, ahora mustio.


ALGO MÁS SOBRE “VIEJO CALAVERA”


            No sé si habían pasado 30 ó 60 minutos cuando sentía que la oscuridad ahogaba mis ojos, mi garganta y mi epidermis. Quería salirme del cine, abandonar la butaca en la sala de la Cinemateca Boliviana. No para que me devuelvan mi entrada, para que me den un vaso de agua, un aliento.
            La sensación incómoda me recordaba antiguos ingresos a las minas, en Potosí, en Siglo XX, en San José, en Chorolque, en Huanuni; algunos como curiosa; otros para presentar el libro de Juan Lechín; aquel como parte del programa en el Congreso de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia; el último como asistente para un programa de la alemana Spiegel TV.
            Suspiré aliviada cuando finalmente la cámara abandona el socavón, las viviendas sombrías donde el día siempre es noche, y se va de parranda a Coroico, donde la vegetación alivia la pobreza y el calor recuerda que hay un sol.
            Lo más impresionante en las minas bolivianas, sobre todo las estatales, pero más aún en los recovecos de las cooperativas, es la ausencia de la luz. Muchos obreros ingresan al alba con un cielo aún ennegrecido y salen al atardecer con las tibias luces del campamento encendidas. Adentro sólo las lámparas, algunas todavía mecheros para detectar el gas grisú, van trazando huellas como en las entrañas del infierno.
            Las minas privadas tienen galerías mejor iluminadas y es posible caminar largos trechos con cierta idea del lugar, de las estalagmitas y de las rugosidades de las piedras, donde chorrea gota a gota el agua de copajira. En cambio, en los rincones del Cerro Rico, ahí donde se baja por un agujero, de culo, los ojos deben acostumbrarse a las sombras, a la eterna penumbra. Todos los días, la noche, como apuntó el fotógrafo suizo Jean Claude Wicky (1946-2016), otro gran retratista de la realidad minera boliviana.
            Kiro Russo (La Paz, 1984), junto a un equipo de cineastas de la nueva generación- donde destaca Pablo Paniagua-, logra transportarnos al escenario minero con una capacidad extraordinaria. El trabajo es fruto de años de investigación, de pruebas, de caídas y de correcciones, hasta el logro de una historia redonda, aunque relatada con algunos altibajos. Parecería alargada para lograr un largometraje, pero más bien hay una intención de meternos en una realidad que “así nomás es”, rutinaria y tensa.

MUCHOS Y BUENOS PREMIOS

            El film boliviano “Viejo Calavera” es seguramente el más premiado de la historia del cine nacional y sigue impactando en festivales internacionales, tanto en América Latina como en Europa. En el país debe caminar más y llegar a los últimos rincones de la nación porque revela sutilmente lo más profundo de nuestro ser, la fraternidad.
            Uno de los datos que más me impresionó es el interés entre los jóvenes por conocer el lenguaje cinematográfico de uno de sus contemporáneos. En las aulas universitarias tuve la experiencia de comprobar que casi todos los alumnos habían visto la película, algunos más de una vez pues volvieron a la sala para sesiones especiales de debate.
            A veces es difícil encontrar una obra de arte para ponerla como ejemplo y que la audiencia menor a 20 años comparta ese conocimiento. No se puede citar a “La Odisea”, por ejemplo, porque muchos bachilleres ya no la leyeron y (oh sorpresa) ni siquiera vieron la película “Troya” con Brad Pitt, porque también a él lo consideran anticuado.
            En cambio, puedo citar pasajes de “Viejo Calavera” pues los chicos la entendieron y la aplaudieron y con ella aprenden herramientas de la crónica. El atractivo del film para las nuevas generaciones abre interrogantes que apenas intentamos responder.
            Quizá porque es una obra de uno de sus pares, melenudo y con un aire misterioso en el caminar, sencillo y sensible, casi siempre acompañado por otros bohemios.
            O porque puede decir lo que dice al dominar un diálogo sutil, unos silencios y unas formas que los añejos (léase militantes de los años 70) no comprenden. Los comentarios negativos sobre el film son sobre todo quejas porque el director muestra a unos mineros que se emborrachan, que se ocupan de sus ocios en las asambleas al interior de la mina y que viajan al trópico. No hay marchas vociferantes, grupos en tropel bajando de los cerros con sus dinamitas ni monumentos a los dirigentes históricos. No hay lo “políticamente correcto”.

EL ARGUMENTO

            El argumento de Russo y del experimentado Gilmar González es simple. El padre de Elder Mamani (Julio César Ticona) muere (partida) y el que no es viejo pero es un “calavera” hereda por una costumbre no escrita el puesto en la mina, donde vive su madre agrietada por la dureza del ambiente a 4 mil metros de altura, cerca del Cerro Posokoni en Huanuni, importante mina de Oruro.
            El padrino Francisco, que es una presencia casi sin palabras, se encarga de llevarlo al nuevo empleo y de intentar que el ahijado, “chupaco” y despreocupado- casi marginal- ingrese a una nueva etapa de su vida. Elder no se interesa por ninguna estabilidad ni económica ni emocional y se deja llevar por sus impulsos existenciales. ¿Acaso él y sus contemporáneos tienen un mejor futuro que sus padres?
            Tampoco le llama la atención la actividad sindical tan famosa en las minas bolivianas, la vanguardia proletaria; ni se anota a alguna otra iniciativa como el deporte, la música, también destacados aportes obreros.
            Se apunta casi sin ganas, igual que a todo, a un viaje al otro lado del mundo, a una localidad tropical de ingreso a la Amazonía, Coroico, pueblo de la cabecera de selva, de la zona conocida como “yungueña” en el Departamento de La Paz. Ahí, algo de charla, algo de comida, la piscina pública, el sol, la luz del día.  
            Al final, un gesto, una ternura como recordaba Líber Forty, tan esencial en la rudeza de los mineros, arremete contra el espectador que esperaba cualquier cierre menos aquel de tapar al padrino con una frazada en la helada cumbre andina.
            Los actores son personas entrenadas para el film, sin experiencias previas.

El MENSAJE SUTIL

            Entre escena y escena, aparentemente tristes y sin esperanza, se entretejen lo profundo del minero boliviano, de la familia boliviana, de los pobres bolivianos: la amistad, la solidaridad, la mano que se extiende y ampara, aún cuando todo lo demás dice “no”.
            La experiencia en el campamento no es sólo sentir la revuelta, la protesta, la marcha con dinamitazos. Russo comprende esa dimensión y la dispersa sin estridencias, sin consignas, sin arrebatos.
            Ahí, donde la esperanza de vida era de 50 años pero ningún huérfano, ninguna viuda quedaba sin auxilio, sin un plato de comida, sin un techo, sin un libro. Me recordó los milagros que contemplé en 1986 en la “Marcha por la vida” donde el pan (ají de fideos) se multiplicaba y la viejita se inclinaba a lavar los pies de los caminantes, mientras una cruz iniciaba el último vía crucis de la FSTMB.
            En Huanuni moderno abundan los karaokes y los prostíbulos alentados por el dinero de los buenos precios internacionales de los minerales; ahí donde hay más temor por el aumento de los casos seropositivos que por la silicosis. Ahí, en ese cotidiano sobrevive la humanidad samaritana.

            Es posible que para los que esperan siempre un mensaje político explícito, la película no diga mucho. Russo declaró que no optó intencionalmente por ese camino. En cambio hay esa nueva forma que desarrollan las nuevas generaciones para acercarse al Nuevo Testamento, aún sin saberlo, con las luces, con los sonidos, con las miradas.

lunes, 3 de abril de 2017

LO URBANO, LO RURAL

            ¿Cómo hubiese sido la concentración del Movimiento Al Socialismo, MAS, en la plaza principal de Cochabamba el pasado martes 21 de febrero sin la presencia de las huestes cocaleras? ¿Cuánta gente hubiese asistido voluntariamente a la plaza del Estadio de La Paz sin la presión de las fichas?
            El Ministro de Gobierno, Carlos Romero, cree que su partido recuperó a las clases medias y que ello se notó en esa cita. No sé si es una afirmación consciente o un nuevo autoengaño para no ver lo que para otros analistas resulta evidente: el oficialismo perdió a los centros urbanos, sobre todo a la sede de gobierno y difícilmente volverá a recuperarlos.
            Por ello fue urgente traer refuerzos de los pueblos vecinos, práctica que se convierte en rutina. Para llenar el espacio hubo que acarrear campesinos del altiplánico; los habitantes de las zonas tropicales estaban enojados y no se aliaron a ellos. Desfilaron decenas de hombres y mujeres vestidos con polleras multicolores y ponchos rojos ante los insultos y silbidos de los peatones ocasionales.
            Según reflejaron los noticieros en las proclamas masistas faltó juventud urbana, la cual fue la más entusiasta en las plazas donde se reunieron los que reiteraron el No a la modificación de la Constitución Política del Estado para habilitar candidaturas que ya cumplieron sus mandatos. En casos como Potosí, la participación citadina sólo pudo ser contrastada con la llegada de forasteros.
            Sin embargo, debemos también imaginar el otro lado. ¿Puede algún partido político, incluso varios de los llamados colectivos urbanos convocar gente en los principales pueblos de la ruta La Paz- Oruro, por dar un ejemplo cercano? Quizá la organización de Félix Patzi; pero no acredito que UN o los Demócratas consigan la participación espontánea de la población provinciana.
            El primer quiebre del MAS en el gobierno fue el choque urbano rural en Cochabamba, con el saldo de muertos y heridos. La llegada de campesinos produjo ese enfrentamiento. Una década después está claro que la principal división del país está entre la ciudad y el campo. Hay matices, como las minas, incluso la histórica Llallagua donde el No fue tan importante, y otros pueblos, pero en general ningún líder hace sombra ahí a Evo Morales y lo que él representa.
            Los opositores deberían empezar ya a democratizar a sus partidos en vez de sólo criticar al MAS, a renovar dirigencias obsoletas que ni conocen las orillas del país y recorrer sus entrañas, su gente, si sueñan con ganar las elecciones del 19.

VERGONZOSA ENTREVISTA DE JAIME ITURRI


      Cuentan que tertulianos sucrenses prepararon una trampa al célebre Nicolás Ortiz Pacheco, quien siempre los ganaba con sus argumentos. Enviaron a un canillita para que le entregue una nota al medio día en el centro de la plaza para que él no pudiese disimular su enojo al leerla. El papel decía una sola palabra: “mierda”. Efectivamente, al descifrarla no pudo disimular su asombro.
      Los amigos lo esperaban ansiosos en la esquina pensando que esta vez el panelista no tendría respuesta. Sin embargo, Ortiz Pacheco los volvió a ganar cuando les replicó:
      - “¿Saben qué es un anónimo?”
      - “Sí”, dijo uno, “una carta sin firma”.
      - “Generalmente un texto infame”, completó otro.
      “Exacto”, apuntó Don Nicolás. “Pero hoy he recibido un anónimo al revés. No tiene texto, solamente la firma del que lo envió: “mierda”.
      Recordé la anécdota al leer las explicaciones de  Jaime (Jimmy) Iturri para intentar salvar el pellejo después del brulote presentado el domingo pasado con la mejor actriz del masismo, la rubia teñida Gabriela Zapata. Igual que hace tres lustros, cuando tenía otro patrón, otro jefe, y defendía al periodismo sensacionalista, de peladas y escándalos, y sucedió el caso Guiteras.
      En este gobierno, el principio del “secreto de fuente” se presta para esconder otros problemas y otras rivalidades. Ahora resulta que se quiere invocar la Ley de Imprenta para proteger el anonimato de un mercenario que por algún favor muy especial de Régimen Penitenciario accedió a entrevistar a la rea más famosa del país y la vendió a ATB. El rumor es que ese Mr. X más bien pagó a ATB para que Gabriela discursee. Iturri aclara que él sólo la editó. Qué tal.
      El gobierno de Evo Morales ha hecho de todo por destruir al otrora respetado periodismo boliviano: represión, cerco, ahogo económico, persecución institucional, amenazas, llamadas rabiosas, y mucha, mucha compra. Pero este último capítulo es el más estúpido de todos.
      Así como se dice que el ladrón cree que todos son de su condición, también los chupa tetillas creen que los demás ciudadanos aceptarán sus explicaciones para justificar un formato de entrevista donde no aparece el entrevistador. Y para que la ahora apodada “Chimoltrufia” cuente el cuento del gallo pelao.
      Qué veloz la reacción del gobernador Iván Canelas para aplaudir a ATB. Otros masistas están dichosos porque más de miles vieron ese día su canal que hace rato perdió audiencia. Todo vale.
      Es solo un video infame, como todo anónimo. Y es también otro ejemplo sui géneris, como diría Ortiz Pacheco, con firma de ese X, “mierda”, y lo que está ahí detrás.


MUJERES, CIEN AÑOS DESPUÉS

            Esta semana se cumplió el centenario de aquella movilización de obreras conmemorando el Día Internacional de la Mujer, que desencadenó la llamada Revolución de Febrero (por el calendario juliano) y precipitó la Revolución Soviética. Las textileras no tenían más que un pan rancio para sus hijos. Sus hombres estaban en el frente de guerra y ellas debían trabajar, además de encargarse de su hogar. Aunque las ciudadanas ya participaron en la Revolución Francesa, en 1917 estaban organizadas y luchaban en un contexto de demandas femeninas propias, como el derecho al voto.
            Un siglo después, cómo están las mujeres rusas, ¿son más libres?, ¿son más felices?, ¿son más autónomas? ¿O sólo son estadísticas que cubren lo poco que cambiaron sus condiciones? Las luchas feministas siguen más ocupadas en los números y en el aborto que en insistir en políticas públicas integrales para lograr la igualdad de oportunidades.
            Mucho menos le interesa a Naciones Unidas los asuntos del amor, de la ternura, de la unidad familiar para que todos, hombres, mujeres y –sobre todo niños- se desarrollen como seres armónicos. Hay dinero para campañas sobre derechos reproductivos, no para alentar a los poetas y creativos, más humanos que los soldados.
            Bolivia debe a cuatro mujeres y a sus 14 hijos la apertura democrática, esposas de mineros, madres de familia, que lanzaron los dados sin los cálculos de los dirigentes sindicales y lograron la victoria a favor de todos los presos, los exilados, los bolivianos. ¿Qué organización feminista se acuerda de ellas cada 18 de enero?
            Hemos fallado y hay que preguntarse por qué, se preguntaba un panelista en un reciente foro organizado por la Embajada sueca que reunió a lo más representativo de mujeres y organismos que trabajaron por agendar el tema de la mujer. Otro enfrentaba datos con una realidad que es más dura para la mujer, el 80 por ciento de los alimentos se importan, asunto que merecerá un análisis más detallado por todo lo que significa.
            Hubo un enfoque exagerado en las cifras para mostrar avances. El gobierno aprovecha ese discurso. Así esconde que los principales programas sociales, los más publicitados, como el Evo Cumple, no contemplaron ni políticas de género ni las dificultades de las campesinas, desde las canchas de pasto sintético hasta las sedes sindicales.

            Al importante análisis que hizo el parlamentario Oscar Ortiz a ese fondo clientelar, las feministas podrían desentrañar si dar tanto dinero benefició a las mujeres, si el “cambio” es real y sostenible.

MUSEO DE EVO NO SIRVE



La Paz, 6 de febrero de 2040

Mi querida ahijada:
Te escribo en este antiguo formato que al final es el único que sobrevivió seguro después de los cataclismos que vivimos los humanos en la década de los veinte de este siglo perverso.
Me preguntas si es verdad que una vez hubo un Lago Poopó cerca de Oruro y te adjunto unas fotos de aquel espejo que comenzó a secarse en una etapa de nuestra historia que quiso llamarse “proceso de cambio” y que terminó con estas aguas y con los parques nacionales y reservas forestales.
Es evidente que en esos años se abrió un museo donde ahora encontraste ladrillos rotos, ventanas sin vidrios y salas cubiertas por el polvo y por el olvido. Fue un vano esfuerzo que nos costó a los contribuyentes unos siete millones de dólares equivalentes a 20 millones actuales.
Para que te des una idea, el costo anual destinado a mantener ese repositorio el 2017 era de un millón de bolivianos, para una sola construcción en un pueblo de medio millar de habitantes, casi perdido en el páramo, por donde no pasaban ni los arrieros ni siquiera los cochecitos sin motor.
Esa misma cifra recibía el centro cultural plurinacional en Santa Cruz de la Sierra para atender a una ciudad de dos millones de habitantes y un departamento. Recuerdo a su director intentando ser un mago para estira el dinero y cubrir al menos unas cuantas muestras.
Ninguna actividad cultural en el país, como los festivales de teatro, los festivales de música barroca en la Chiquitania, los festivales de jazz que duraban semanas, los encuentros de cine, recibieron tantos millones como los que trabajaron en ese museo bautizado como “Museo de la Revolución Democrática y Cultural”. Ya para entonces no había un peso para los otrora famosos festivales culturales internacionales de Sucre y de Potosí, tan cotizados en los años noventa del siglo pasado.
Imagínate que inventaron salas, cafeterías, bibliotecas, vitrinas para repetir un solo nombre como un eco permanente, cuando se negaron recursos suficientes al obrero David Villanueva que tantos años luchó para tener un museo en el Sumaj Orko de Potosí, en esas entrañas que significaron sangre, sudor y muchísimas lágrimas. Ahí quedaron algunos objetos que él y el sindicato recolectaron para memorizar a los mineros y a los dineros que mantuvieron por siglos a esta patria.
Más allá está Pulacayo. Sus habitantes dieron donativos y objetos para hacer un museo en la frontera y mostrar la grandeza de esa mina que fue de la empresa Huanchaca y lugar  de la firma de la famosa tesis que consagró la lucha de los proletarios. Pero el Ministerio de Cultura contestó que no tenía fondos. Por algunos años, por el esfuerzo de algunos profesores de historia llegaron delegaciones de estudiantes, pero pronto todo fue inútil.
Ni siquiera sobrevivió el museo casa de Simón Patiño en Uncía, a pesar de otros muchos esfuerzos particulares. Quizá hubiese sido interesante completar la historia de las minas en Oruro con ese gasto que aplicaron en Orinoca sólo para la vanidad de un hombre.
Muchos de los objetos que trataban de mostrar como parte de la historia de los vencidos, la historia de los originarios, ya estaban en el Museo de Etnografía y hace muchos años que una mujer, Julia Elena Fortún y otras más rescataron tejidos, vestimentas y auspiciaron festivales como el de Compi, nombre que ya tú ni conoces porque está también en el olvido. Festivales de música autóctona no quedó ningún.
Pobres ilusos o pobres diablos que querían hacer creer que la gente llegaría en tropeles para ver unas camisetas de futbol sudadas y una gigantografía con un jugador que en realidad nunca jugó en un equipo ganador. Famoso no por goleador sino por golpear a quien sin querer lo fauleó.
En los primeros meses intentaron obligar a los estudiantes a tragarse horas de polvo y frío para llegar a la supuesta cumbre del antirracismo y del anticolonialismo. No hubo que esperar un cambio de gobierno para ver el estropicio. Como era de esperar, ni los costosos materiales resistieron el silencio y la indiferencia de los turistas que aman la aventura y no las copas del campeonato en Irvirgarzama.
Pobres comunarios que creyeron que todos los días serían como la fastuosa inauguración con autoridades, periodistas, bailes y tragos y que sus casas se llenarían de visitantes asombrados ante el monumento de tres módulos coloridos. Nadie les dijo del fracaso de otros intentos, inclusive más lúcidos y completos.
Aunque quedaba al frente de Huatajata en pleno Lago Titicaca, por donde ingresaba el 70 por ciento de los visitantes internacionales a Bolivia, el Museo de Pariti con los últimos descubrimientos de la cultura tiahuanacota fue poco visitado y la bella estructura financiada por los suizos quedó para unos pocos investigadores.
Tampoco el de Sampaya, al lado de la famosa Copacabana, aunque tenía su hotelito comunitario. Hubo peleas entre los habitantes, acusaciones para explicar por qué nadie llegaba. Fue un intento en 2009 que quedó así, como intento, a pesar de ser tan bello lugar.
Es difícil imaginar que en medio de la pobreza y de la mortalidad infantil elevada, el municipio de Escara regaló una estatua del jefazo por valor de 4.000 dólares. Ay! De dónde ese dinero, de qué plan municipal de desarrollo, qué dijo la Contraloría…
En fin. Un presidente del Banco Central emocionado quiso compararlo con la Casa de la Moneda, con la Casa de la Libertad, para que una fundación estatal diese dinero al perdido museo del ego.
Inútil. Todo fue en vano. Siete millones de dólares, casi ocho, al agua, mejor dicho al bolsillo de arquitectos, empresarios, sastres y funcionarios. Una ilusión, un espejismo.


CUBA Y PANAMA:SALUD PÚBLICA

            La Revolución Cubana de 1959, aún antes, desde su incubación en el Asalto al Moncada, tuvo un horizonte privilegiado: la atención a los niños y a las madres gestantes para que ningún cubano tenga miedo de venir a este mundo.
            Es ya famoso el resultado de la exitosa salud pública en el territorio de José Martí. Es uno de los rubros que la isla exporta al resto del continente y que le ha permitido abrirse camino en las complejas relaciones internacionales. Incluso para destrancar el intercambio de embajadores con su vecino Estados Unidos. El tratamiento a la epidemia del ébola que amenazaba a los africanos más pobres fue el pretexto para las primeras reuniones amigables.
            Sólo cinco niños menores de un año mueren en Cuba cada año y casi todos por enfermedades complejas que también se repiten en las tasas de mortalidad infantil en los países europeos y en ricos países asiáticos. Como es de conocimiento público, la muerte de los bebés antes de festejar su primera velita está estrechamente relacionada con los niveles de ingresos y de falta de educación.
            Cuba logró por cinco años consecutivos ser el país latinoamericano con menos infantes fallecidos y su gobierno explicó que ello se debe a una voluntad política de destinar los principales recursos a la salud de los más vulnerables, el binomio madre niño. Estas cifras ya fueron exitosas en la primera etapa de la Revolución. Podríamos decir que en los primeros once años de la victoria de los barbudos, facultades de medicina, farmacias populares, hospitales públicos, centros de salud comunales, todo el sistema de salud estaba ya diseñado para avanzar en esa meta.
            Otro país que tuvo una visión semejante fue Panamá desde la época nacionalista de Omar Torrijos. Aunque ya el ismo contaba con buena infraestructura, lo principal fue la decisión política de institucionalizar los cargos en el sistema público de salud y provocar que cada buen profesional compita para ocupar un cargo ahí. Sólo los mejores manejaron el Hospital del Niño y Panamá ocupa otro lugar destacado con una tasa de mortalidad infantil del 9%.
            Costa Rica y Uruguay son países sin grandes recursos naturales, sin bonanza económica ni precios internacionales de sus productos en alza histórica, pero sus gobiernos buscan que la salud pública reciba recursos suficientes. Siempre falta más, pero por lo menos cualquier niño en cualquier pueblo, incluso el que llega de visita, cuenta con un seguro.
            La tasa de mortalidad infantil en Bolivia es de 39, la peor de la región.


ES POSIBLE ESCUCHAR

            El Secretario de Cultura del municipio paceño, Andrés Zaratti, de manera regular invita a su despacho a gestores culturales, a artistas diversos desde danzarinas a bufones callejeros, para escuchar sus sugerencias e intentar en lo posible diseñar sus planes de trabajo atendiendo a todos ellos.
            La tarea es muy compleja, con presupuesto siempre insuficiente- aunque sea el mayor del país para el arte- y escenarios disputados, pero Zaratti ha logrado combinar lo que quieren los pintores o los jóvenes actores, los folkloristas. El esfuerzo de escuchar a los demás le ayuda a tener éxitos compartidos.
            El ex Ministro de Cultura, Marko Machicao, para muchos fue sólo el ministro del Dakar; olvidan que fue una autoridad serena, sin ánimos de confrontación y que supo oír propuestas de los sectores creativos. Un hecho ilustra aquello. Él mismo anunció que los más importantes museos nacionales pasarían a la tuición de su despacho, dejando de depender de la Fundación Cultural del Banco Central (FCBC). Las primeras reacciones le advirtieron que era mejor consultar a las regiones. Personalmente y con sus principales colaboradores escuchó los argumentos contrarios a su idea. A tiempo cambió de estrategia y dio un paso atrás. Una decisión que significó evitarle un nuevo frente de batalla al gobierno central, sobre todo en Potosí.
            Las actuales autoridades de la FCBC han seguido ese mismo camino y para varias iniciativas han reunido a gestores, artistas y periodistas culturales para tomar en cuenta las ideas de quienes se encargan de llenar salas de exposición, teatros, galerías. Es posible que algunos tengan exigencias estrambóticas, pero en general priman los criterios experimentados y con sentido común. ¡Cuánto mal le hubieran ahorrado al Archivo Nacional, los ex directivos que destituyeron a Marcela Inch por un capricho político, si hubiesen escuchado a los investigadores nacionales e internacionales.
            Hace poco, la presentación de una tesis en la Carrera de Comunicación de la Universidad Católica en La Paz reunió a personas de ideologías diferentes, entre ellos el Vicepresidente Álvaro García Linera y el ex Presidente Carlos Mesa. Los alumnos escucharon atentos el discurso académico de Álvaro, su modestia al aceptar argumentos juveniles contra sus interpretaciones. Debo confesar que me asombró cuánto impactó a los muchachos que conocen sólo su discurso duro. La foto del grupo recibió muchos aplausos de quienes quieren ver un país que se escucha y se respeta.
            De pronto, hay esperanzas para salir del choque de opiniones y pasar a una fase de construcciones comunes.
text-align: justify;line-height:normal'>            Carlita murió hace unas semanas de cáncer, a sus 41 años. Así pagó Bolivia su orfandad. Que descanse en paz junto a Luis Espinal y Oscar Romero, a quienes también recordamos esta semana.



CARLITA DESCANSA EN PAZ

            En 1983, la organización por los Derechos Humanos del Arzobispado de Sao Paulo, CLAMOR, me comisionó para seguir los rastros de la desaparición de Graciela Rutilo y de su hijita Carlita. Era uno caso emblemático del Plan Cóndor y las ramificaciones alcanzan a Argentina, Bolivia, Brasil y Uruguay.
            La búsqueda fue dolorosa, aparecieron pistas falsas motivadas por los paramilitares apresados al inicio de la etapa democrática con el impulso de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, la Asociación de Familiares de Desparecidos por causas políticas y abogados como Juan del Granado.
            Amparo Carvajal era el pilar de esa búsqueda y Fanny Delaine, la profesional, que había tomado los datos de la criatura cuando fue depositada en el Hogar Virgen de Fátima como una desconocida N.N. y luego arrancada para torturar psicológicamente a su madre, militante guevarista, y para entregarla a la Triple A argentina.
            Más tarde, la niña Gina Ruffo recuperó su verdadera identidad, retornó a su familia materna representada por la infatigable abuela Matilde Artés y partió a España para evitar las acciones de quien la retuvo como hija propia- posible asesino de su madre- el torturador argentino Eduardo Ruffo.
            En 1999 Carlita vino a recorrer los momentos de horror de su infancia y se alojó en mi casa para estar protegida pues gobernaba otra vez Banzer disfrazado de demócrata. Las agresiones fueron indirectas para evitar que se difunda su denuncia y pocos medios la entrevistaron, entre ellos una conmovedora charla con Carlos Mesa.
            Muy joven Carlita tuvo una hija, Gracielita, y luego dos hijos más, como señal de la maternidad que continúa bajo el dolor pues nunca pudo desprenderse de su infancia desgarrada, reflejada en parte en el premiado film “Historia Oficial”. Junto a su abuela y luego casi siempre sola y dedicada a los derechos humanos enfrentó muchas carencias materiales.
            El gobierno de la República de Bolivia aprobó indemnizar a las víctimas de las dictaduras. Ordenamos sus papeles con todos los testimonios que fueron entregados oportunamente al (Vice) Ministerio de Justicia. Sin embargo, once años después, el Estado Plurinacional negó a esas víctimas sus derechos, a pesar de las gestiones de Antonio Peredo. Hay dinero para museos inservibles o para viajar a Caracas a tomar el té, pero no para quienes sacrificaron su comodidad por darnos democracia.
            Carlita murió hace unas semanas de cáncer, a sus 41 años. Así pagó Bolivia su orfandad. Que descanse en paz junto a Luis Espinal y Oscar Romero, a quienes también recordamos esta semana.


REVOLUCIÓN RUSA EN BOLIVIA


            Hace cien años, los diez días que conmovieron al mundo desde la lejana Rusia, alcanzaron de forma gradual a la opinión pública y a los intelectuales bolivianos. El proletariado estaba poco organizado, en mutuales de socorro obrero más que en sindicatos, y los partidos socialistas no eran los mayoritarios. Los comunarios y siringueros eran casi todos analfabetos y poco se enteraban de la historia universal. Aún era prematuro vislumbrar el impacto formidable de aquella victoria en la historia nacional y continental.
            La Revolución de los Soviets tuvo su prólogo en las revueltas populares y militares que obligaron al Zar Nicolás II a abdicar y a la creación de un Gobierno Provisional, cuya figura más famosa fue Alejandro Kerenski. Un breve repaso por la prensa de la época nos ubica cómo llegaron las primeras noticias, a mediados de marzo de 1917 a la prensa nacional y cuál era el contexto boliviano.

BOLIVIA EN 1917

            La Bolivia de hace un siglo era aún un país sin nación y un territorio que no terminaba de salir del golpe que supuso quedar sin salida al Océano Pacífico. Casi todos los académicos coinciden en ubicar a 1880 como la fecha clave para entender los sucesos que marcaron una época hasta 1932, cuando otra guerra, la del Chaco, impulsaría a su turno otra dinámica nacional.
            Esa fue la fecha que queda de un debate constituyente más amplio pero que se resume en ese año, año de la derrota en el Litoral frente a Chile, cuando los representantes acordaron un modelo social, económico y cultural ligado al liberalismo y a todo lo que ello representaba. Además fue el momento de creación de los partidos políticos, después de los sucesivos caudillismos militares y populistas. Aparecieron el Partido Liberal, el Partido Conservador, luego con sus divisiones, los republicanos, los genuinos y en 1904 los socialistas en Tupiza. Esa fue la impronta hasta muy entrado el Siglo XX. Apenas el 10 ó cuando mucho el 20 por ciento de la población, varones, definía el destino de todos.
            El dominio civil desde esa fecha coincidió con una etapa de apogeo económico con los patriarcas de la plata en el suroeste, después de largos años de crisis minera, y más tarde el esplendor del estaño en el norte potosino, Oruro y La Paz. En el extremo nacional, donde la colonia española apenas había ingresado durante 300 años, la demanda del caucho creó otro enclave de bonanza económica en las primeras décadas de la nueva centuria.
            Ingresos para pocos, nuevas y fabulosas fortunas, pero más sufrimientos para los indígenas originarios, aymaras, quechuas, potolos, cacackakas, charcas, mojeños, pacahuaras, guaranies, que pasaron de trabajar como siervos o colonos en las haciendas o en propiedades de la iglesia a las minas y a la tupida selva infestada de malaria.
            Mientras en los gomales, la explotación tuvo todavía características feudales con el enganche y el “habilito” de las deudas permanentes, en las minas se formó una nueva élite con ambiciones industriales, con visión de progreso tecnológico- sobre todo en las comunicaciones (telégrafo, ferrocarril, diligencias, vapores)-, creación de escuelas laicas y fiscales, de la normal para formar maestros y maestras, teatros, revistas, periódicos modernos.
            Algunos afirman que los dueños de las minas fueron pacifistas y apoyaron la pronta firma de paz con Chile para continuar con sus negocios. Pronto el crecimiento económico en esas zonas, tanto mineras como en las fincas cercanas (incluyendo las que producían coca) ayudaron a concentrar a la población en la parte occidental de Bolivia. La Paz, Oruro y el norte potosino experimentaron una notable expansión de trabajadores.
            Ahí nació el proletariado boliviano, primero en las minas, más tarde en las fábricas que comenzaron a llenar las villas urbanas en la flamante sede de gobierno.
            En 1917 era Presidente de la República el liberal Ismael Montes, que ya había ocupado anteriormente el mismo cargo y era parte de la primera larga lista de mandatarios constitucionales que dieron a Bolivia un periodo de estabilidad económica y política. Ese mismo año lo sucedió José Gutiérrez Guerra hasta 1920, cuando ya el país estaba sumergido en conflictos sociales y políticos, con influencia de anarquistas, socialistas, comunistas. La palabra “bolchevique” comenzó a tener un significado entre universitarios, periodistas y obreros.

EL GOBIERNO PROVISIONAL RUSO

            En 1914, después del asesinato del Emperador del Imperio Austrohúngaro Francisco José muerto por un anarquista en Sarajevo, se desencadenó la Primera Guerra Mundial, aún muy lejana para los pobladores bolivianos. Para el país significó aumentos de precios en sus principales materias primas y una primera oleada importante de migrantes europeos, aunque en mucho menos cantidad de lo que llegaban a los países vecinos. En los periódicos que consulté encontré el ejemplo de Zoilo Guerrero, empleado de la Bolivian General Enterprice que se enroló en la Legión Extranjera para luchar al lado de Francia en el frente de Aisne.
            La guerra fue para la empobrecida sociedad rusa un asunto impopular desde el inicio y los miles de campesinos que quedaban en los campos de batalla ni sabían por qué morían. También había descontento entre los militares como ya se había expresado dramáticamente en 1905 en el Acorazado Potenkim. Los ciudadanos aborrecían la influencia del santón Rasputín sobre la zarina de origen alemán y de ésta sobre su débil marido. Había hambre en las trincheras, en las ciudades y en los campos. La gente comía una ración de pan mojado en una diluida leche.
            Las sucesivas protestas aumentaron en 1916 y fueron más continuas y desafiantes desde enero de 1917. Son muchos los detalles que formaban una ola gigantesca, aunque el Zar no quería verla. El 27 de febrero en el calendario ruso (por eso se conoce como Revolución de Febrero), 8 de marzo en el calendario gregoriano, las tradicionales manifestaciones por el Día Internacional de la Mujer se transformaron en una gran revuelta popular. Fueron sobre todo las obreras textileras las que prendieron la mecha.
            Inicialmente la respuesta oficial fue violenta, pero ya la desesperación era muy grande y el pueblo estaba dispuesto a morir. Nicolás II abdicó y se formó un Gobierno Provisional por varios meses, el cual no logró estabilizarse, aunque prometió las primeras grandes medidas que tanto influirían después en Bolivia como la Reforma Agraria, las asambleas populares, las milicias civiles armadas.
            El Comité Provisional de la Duma estatal se reunió inicialmente con los mencheviques con la idea de formar un gobierno amplio, algo que no prosperó después de varios días de debates. El Soviet de Petrogrado ofreció públicamente su apoyo al gobierno provisional pero no aceptó ingresar al mismo. Los socialistas pidieron Asamblea Constituyente elegida por voto universal, la liberación de los presos políticos, libertad de prensa y de asociación, libertad para formar nuevos partidos políticos, una agenda que aceptaban todos. El gobierno prometió voto universal y el reemplazo de la policía zarista por milicias nacionalistas.
            El Sóviet de Petrogrado calificó a la flamante revolución de burguesa y el gabinete quedó conformado por liberales, conservadores moderados y el famoso Alexander Kerenski que actuó más a título personal. Después de la abdicación de Nicolás II, su hermano Miguel rechazó el trono y el Gobierno provisional comenzó a regir Rusia, pero sin controlar todas las fuerzas sociales y militares y ante un poderoso Soviet en la capital.
            El nuevo Primer Ministro era Gueorgui Lvov, respetado liberal al igual que otros ministros afiliados al Partido Constitucional Democrático, como Pavel Miliukov que ocupó la Cancillería. Los socialistas pedían que se aceleren las reformas sociales y económicas y el final de la guerra, el gobierno aún titubeaba y ese fue el sello de su larga agonía, hasta la Revolución de Octubre.
            La Revolución de Febrero significó profundos cambios, aunque no tan radicales como los de octubre (noviembre). La izquierda, formada por socialistas, quedó dividida entre quienes eran favorables de cooperar con los liberales y la corriente radical opuesta al Gobierno provisional, formada por  mencheviques internacionalistas, anarquistas y, principalmente, bolcheviques con Vladimir Ulianov- Lenín, como su líder más destacado, hermano de un revolucionario ajusticiado antes por el zarismo.
            El poder dual entre la fuerza del gobierno y la del Sóviet dejó espacio para el intento de un contragolpe, luego controlado, y para una serie de enfrentamientos que concluyeron en octubre (noviembre) con la Revolución bolchevique. Las tensiones reflejaban una visión compartida contra el poder imperial pero con diferencias de intereses entre las clases medias y los campesinos y obreros.
           
LA PRENSA BOLIVIANA

            En esos días la prensa boliviana estaba ocupada en dos asuntos nacionales principales: las elecciones de mayo entre el candidato oficialista el liberal José Gutiérrez Guerra y el radical José María Escalier; y las revueltas, a veces violentas con asesinato de hacendados, en varios lugares del altiplano paceño, donde a inicios del siglo se había levantado Pablo Zárate Wilca.
            Las noticias internacionales desde los frentes de lucha en Europa disputaban las primeras planas y páginas enteras se llenaban con los cables de la Agencia Reuter o con despachos directos al periódico, como era el caso de “El Diario”, fundado en 1904.
            En esos días, Estados Unidos se aprestaba a ingresar a la contienda, como aliado de Inglaterra y de Francia y varios países latinoamericanos iban a declarar la guerra a Alemania, cuya derrota era evidente. Turquía, Irak, la Mesopotamia, Siria eran, como en este 2017, otros territorios de sangrientas batallas y la caída de Bagdad significó el final del imperio otomano.
            Méjico mantenía una actitud más cauta y pacifista. En Perú, Nicaragua, El Salvador, Cuba, Paraguay, se sucedían huelgas y protestas sociales. Los irlandeses luchaban por su independencia y despertaban simpatías en el continente.
            El viernes 16 de marzo de 1917 (calendario gregoriano), “El Diario” publicó una primera noticia sobre los combates en Petrogrado y Moscú y la confirmación oficial de la abdicación del Zar Nicolás II y de su hijo, el Gran Duque Nicolás, después de 21 años de gobierno (a las 14.30 del 14 de marzo) Era el final de los Romanov. Las noticias eran todavía confusas por la censura y llegaban vía Londres. Se conoció el apresamiento de ministros y oficiales y la conformación de un nuevo gobierno desde la Duna, el parlamento ruso.
            Según se sabía los disturbios comenzaron días antes, motivados fundamentalmente por la falta de alimentos. Cuando la muchedumbre llegó al arsenal, frente a Lietenic Prospecto, los soldados se negaron a disparar, después se unieron policías y otros militares y la protesta se transformó en Revolución. Otro cable informaba de la llegada de regimientos a la capital ondeando la bandera roja.
            Por su parte “El Tiempo” difundía detalles del apresamiento de la familia real cuando se detuvo el tren imperial en una estación y su confinamiento a una zona rural, la enfermedad de los niños, especialmente de Alioscha y el intento del zar de suicidarse.
            El Santo Sínodo de la iglesia ortodoxa apoyó la revolución y así lo hizo difundir por todas las iglesias. La población rusa era de 174 millones, casi todos empobrecidos campesinos y obreros.
            También se informó de la revolución en Alemania y del reemplazo de Liebknecht en Postdam por el socialista Mehring. El tablero mundial se cambiaba aceleradamente.
            La cobertura fue intensa hasta fines de marzo, luego la tensión electoral nacional ocupó toda la atención.
            Apenas un año después, en 1918, la primera masacre proletaria en Uncía, marcaba la influencia de la Revolución proletaria en Bolivia, cuyos alcances llegan hasta el actual gobierno de Evo Morales.


POR ALGO SOMOS POBRES


            Hace pocos meses la gobernación de La Paz estrenó un sólido asfalto para facilitar el tránsito de los muchos turistas que van hasta Río Abajo para disfrutar el fin de semana en un clima más cálido, camino de la red troncal. Sin embargo, la empresa estatal del agua decidió que le tocaba a ella abrir zanjas para sus cañerías y, como suele suceder, dejó el asfalto lateral partido y esparcido.
            ¿Quién pagará la reparación? ¿EPSAS, la gobernación, la alcaldía de Mecapaca, los contribuyentes? De hecho, la garantía que comprometió la constructora ya no sirve pues los destrozos son intencionados. Seguramente, los pedazos quedarán muchas semanas, años, y una buena idea terminará en un intento más.
            Lo mismo sucedió con los arreglos de la alcaldía paceña en el barrio de Aranjuez, perforados poco después por las (descuidadas) microempresas que cavan espacios para las tuberías que llevan gas. Una meta loable pero a costa de picotear un esfuerzo municipal.
            La falta de coordinación entre los niveles del estado y las empresas públicas tiene en la sede de gobierno un sello político. Sin embargo, revela algo más complejo, la tendencia a la ineficiencia, ineficacia y desperdicio que marca a la sociedad boliviana.
            A ello se agrega una voluntad colectiva de perder tiempo que es a la vez perder dinero, perder energías, perder desarrollo. Azorados seguimos tres días de ¿celebración? por pretextos marítimos al punto de que muchos paceños perdieron trabajos, reuniones,  actos culturales, el colegio, o la universidad. Martes, miércoles, jueves, desesperados peatones y rabiosos transportistas veían pasar las horas sin que el tráfico se descongestionara, de siete de la mañana a diez de la noche.
            Hay jóvenes que se divierten destrozando las plazas, incluso las glorietas más históricas y alguien paga por ello. El Dakar costó varios miles en plantas y ornamentos a su paso por La Paz.
            Parece que el boliviano gasta más que ahorra. Quizá por ello no se nota la crisis macroeconómica. El martes de carnaval los puestos de carne para parrillada o para lechoncito estaban vacíos, acabaron sus existencias. Los comensales repletaron locales de todo nivel para festejar al papá, a la familia.
            La incapacidad es más profunda en otros casos como el deterioro del sector forestal con datos negativos después de años de dinámica. Y la quinua… Bolivia era por herencia el mayor producto del mundo, hoy bajó al segundo lugar y otras naciones menos retóricas están listas para la competencia.
            Si hay platita para la cerveza, nada más importa. Patria o muerte, ¡salud!